Regalos de Navidad

Hay un dicho que dice así: «en la casa de los conejos, lo que hacen los padres, lo hacen los hijos»…

Los padres sabemos que los niños aprenden por imitación, pero ay, como es de difícil a veces ser coherentes y hacer aquello que nosotros mismos proclamamos, verdad!?

Llega Navidad y parece que si no los llenamos de regalos, si no hacemos de estas fiestas algo extraordinario, sino compramos aquello que nos piden… sentimos que no estamos siendo bastante buenos padres.

Al fin y al cabo, es un día al año. Al fin y al cabo, la magia dura tan solo unos años… Al fin y al cabo, solo para verle aquella cara de inocencia ya merece la pena…. y así es cómo, despacio, la conciencia de valorar los pequeños detalles, de valorar las relaciones por encima de todo, la importancia del momento por encima de aquello material se diluye.

Desde la más grande humildad, y con la conciencia que nosotras, como madres, también hemos caído algún año en esta trampa, os proponemos algunas orientaciones que os pueden ayudar a mantener presente aquello que realmente queremos transmitir a nuestros niños:

  • Haz lo posible para comprar con antelación, aprovecha las ofertas que a menudo hay en las semanas anteriores a Navidad.
  • Haz un presupuesto por niño y familia, y prueba de no desviarte.
  • Pacta con la familia extensa (tíos, abuelos…) qué regalos tendrán que hacer. Si sois muchos en la familia, hacer un único regalo en nombre de todo el mundo.
  • Compra en comercios de proximidad, estaremos haciendo un gran favor a nuestro tejido comercial, y si se tiene que cambiar algo, es mucho más práctico.
  • Y ahora sí, ahora viene la pregunta… ¿Qué le regalo a mi hijo/a? Pues la propuesta es diversificar, por no cometer el error de regalar muchas cosas parecidas. Algunas ideas serían:
    • Algo que le haga mucha ilusión y que haya pedido ahincadamente
    • Alguna prenda de ropa, calzado…
    • Un libro/cuento/cómic
    • Algún regalo en lo referente a un hobbie que tenga (equipación nueva de yudo, pinceles nuevos, una pelota buena, zapatillas de danza, rotuladores de lettering,…)
    • Un juego de mesa (para compartir momentos en familia)
    • Regalar alguna experiencia (ir al cine, un musical, una noche a casa de los tios haciendo fiesta de pijamas con peli y palomitas, ir a una granja a ver animales…

¿Y si pide una Switch, tablet, u ordenador? Estos regalos son caros, lo sabemos de sobra, por lo tanto, la propuesta es que este regalo sea un regalo colaborativo, es decir, que puedan participar todos los familiares que quieren regalar algo al niño. Otra idea es que el regalo no sea exclusivo para el niño, sino un regalo para toda la familia.

Para nuestros niños/as, la Navidad es un momento realmente mágico. Ellos y ellas no entienden de dinero, sino que la ilusión está en encontrarse el regalo al pie del árbol, desgarrar el papel, adivinar de que se trata, y quién sabe, quizás con lo que más acaba jugando de aquel regalo es la caja.

En definitiva, se trata de no volvernos locos y disfrutar del momento mientras lo hacemos disfrutar. Hagamos de esta Navidad una época especial, mágica, y porque no, también una oportunidad educativa para ellos… y para nosotros.

En cualquier caso, y si tenemos dudas de que regalar o de cómo hacerlo, pensar en aquel dicho tan sencillo como cierto: “absurdo es pensar que el regalo está dentro de la caja. Siempre, siempre, siempre, son las manos que lo dan”.

Con nuestros mejores deseos navideños,

Un artículo de:

Irene de Luis y Anna Rallo.

Tecnicas del Programa Komtü.


La llegada de un hermano/a

¡Qué ilusión nos hace saber que la familia crece y que pronto seremos uno más! Es un momento de transición para la pareja, un cambio importante para un hijo grande, una novedad para un hijo pequeño, una expectativa por los abuelos, una alegría por los tíos y amigos… y todos y cada uno de nosotros, lo vivimos de manera muy diferente.

Aparecen emociones como la sorpresa y la ilusión, cuando pensamos en una nueva etapa y una nueva persona a quien querremos. Pero también el miedo, por ejemplo, a las dificultades para gestionar el tiempo y la energía, e incluso la tristeza por perder la relación actual que tenemos con nuestro hijo mayor.

Entonces tomamos conciencia que no hay dos relaciones iguales, y podemos sentir miedo de no querer a nuestros hijos por igual, porque está claro, con todo lo que queremos a nuestro hijo mayor… ¿Cómo puede ser que queramos a otro hijo como él? Y nos encontramos con la realidad que no podemos querer igual, sino que simplemente querremos a cada uno de ellos de maneras diferentes porque son personas diferentes.

Es curioso que partamos de la idea de quererlos por igual, cuando ni nosotros mismos somos las mismas personas en los momentos de sus nacimientos. La vida nos transforma día a día, y, por tanto, es literalmente imposible que les demos lo mismo de nosotros mismos, porque nuestras circunstancias son diferentes y en consecuencia nosotros también.

Además, nuestros hijos nacen con un temperamento, cada uno con el suyo y, despacio, a lo largo de los días que pasan y las experiencias que viven, van desarrollando su carácter. Justamente esto ya marca una diferencia en nuestra relación, igual que su orden de nacimiento o las expectativas que tenemos hacia ellos/ellas.

Será muy diferente la llegada de un primer hijo, donde la pareja se está conociendo como persona en el rol de padre/madre, o la llegada de un segundo hijo donde hay una experiencia previa (ya sea positiva o negativa), que modulará nuestra vivencia, y a la vez, con una parte de nosotros que requerirá acompañar emocionalmente a nuestro primer hijo o hija. Ahora pasaremos a ser progenitores de más de un niño y la complejidad aumenta, puesto que las relaciones no son unidireccionales ni simples y se ponen en juego múltiples factores.

El hecho de tener un hermano/a nos aporta ciertos aprendizajes que de otra manera no se darían a la vida: aprendemos a situarnos en el lugar que ocupamos dentro de la familia, vivimos experiencias de rivalidad, nos manejamos con la agresividad, compartimos el amor de nuestros padres, y también vivimos momentos de complicidad.

Uno de los aspectos que más preocupa a la llegada de un hijo o hija, es los celos entre hermanos/as. Hay que entender que la visión de los progenitores sobre la llegada de un hijo o hija, será diferente a la de nuestros hijos. Para empezar, la decisión de que aparezca una nueva persona en la familia es una decisión tomada por los padres, y no por los niños, y pueden necesitar tiempo para adaptarse a esta nueva realidad, que no han escogido. Es por eso que habrá que ir anticipando en la medida de lo posible, adaptándonos a la capacidad de comprensión de cada edad y etapa evolutiva.

¿Qué podemos hacer como padres en el acompañamiento de nuestro hijo o hija para favorecer el bienestar de toda la familia?

Os recomendamos algunos libros que os podrán acompañar en la vivencia del embarazo, como “La Laura i la panxa de la mare[1] i “La Laura té un germanet[2]

Consideramos relevante algunas ideas que os pueden servir de guía en este camino:

  • Respetar el lugar y el rol de cada cual dentro de la familia.
  • Implicar a todos los miembros de la familia en actividades alentadoras, por ejemplo, pidiendo al hijo mayor que nos ayude a elegir ropa para el bebé o en la compra de enseres que necesite.
  • Escuchar y estar atentos a las señales que nuestros hijos expresan respecto a las emociones que sienten: dar un lugar y un espacio para atenderlas de manera amorosa.
  • Acoger tanto los miedos como las alegrías y todas las emociones que aparezcan, para poder captar el mensaje que nos traen y satisfacer aquella necesidad que aflora.
  • Evitar las comparaciones entre hermanos, puesto que esto favorecerá la rivalidad.
  • Disponer de un tiempo exclusivo, genuino e individual con cada uno de nuestros hijos, donde nuestra atención sea plena hacia él/ella.
  • Aceptar y acompañar los pequeños retrocesos o regresiones que nuestro hijo mayor pueda tener, entendiendo que es la manera que tiene de poder comprobar que los padres todavía lo quieren y tiene su atención.
  • Disponer de un espacio de pareja para revisar nuestros roles como padres y para comunicar todo el relativo a la crianza.

¡Recordar que vuestros hijos necesitan anticipar los cambios y sentir que continuáis estando disponibles por ellos y continúan siendo parte importante dentro de la familia!

Un articulo de:

Rebeca López.

Psicóloga y terapeuta familiar. Técnica del Programa Komtü.

 

[1] La Laura i la panxa de la mare. Liesbet Slegers (Autor, Ilustrador), Xavier Hernàndez Malo (Traductor).Editorial‏ : ‎ Edicions Baula; N.º: 5 edició (15 març 2013). ISBN-10 : ‎ 8447912647. ISBN-13 ‏ : ‎ 978-8447912643.

[2] La Laura té un germanet. Liesbet Slegers (Autor, Ilustrador), Xavier Hernàndez Malo (Traductor).Editorial: ‎ Edicions Baula; N.º: 5 edició (15 març 2013). ISBN-10 ‏ : ‎ 8447912655. ISBN-13 ‏ : ‎ 978-8447912650.


Abrazando la adolescencia

Es fundamental colaborar conjuntamente para crear un modelo que promueva el bienestar emocional y prevenga problemas de salud mental en nuestra sociedad, poniendo a las personas en el centro y brindando apoyo a los profesionales que las atienden.

Las escuelas son un lugar adecuado para fomentar la educación emocional, sin pretender que sea de intervención clínica y/o terapéutico. Es importante promover la resiliencia en niños, adolescentes y adultos para que puedan manejar mejor las dificultades de la vida. Además, es necesario complementar los programas educativos con iniciativas que fomenten estilos de vida saludables y contar con planes de derivación a recursos sanitarios para aquellos que necesiten atención clínica. Asimismo, es importante impulsar entornos de apoyo para los jóvenes, como programas de mentoría y espacios seguros organizados por entidades comunitarias.

Y ya existen programas educativos exitosos y con evidencia empírica que pueden ser implementados en las escuelas, como «Zones of Regulation», «Positive Action», «The Incredible Years», «Mindfulness in Schools» y «Youth Mental Health First Aid». Estos programas integrales y específicos de educación en salud mental en las escuelas promueven el bienestar emocional de los niños, niñas, adolescentes y jóvenes, y deben complementarse con iniciativas que fomenten estilos de vida saludables. Y volvemos a incidir en que las escuelas y los institutos son espacios educativos para el aprendizaje y la promoción de las competencias para la resiliencia y no para la intervención terapéutica.

Para ayudar a los jóvenes a lidiar con sus problemas emocionales, es importante que los institutos y centros de juventud proporcionen un ambiente seguro y positivo donde puedan hablar sobre sus experiencias y sentirse conectados con otros jóvenes que puedan entender lo que están pasando. En el Reino Unido, «Teen Talk» ofrece grupos de apoyo tanto en línea como en persona para jóvenes que necesitan apoyo emocional. Este recurso ha demostrado tener éxito en la reducción de síntomas de depresión y ansiedad en comparación con aquellos jóvenes que no recibieron apoyo de «Teen Talk». Además, los servicios de orientación en línea y en persona, como «Kids Help Phone» en Canadá o la «Fundación Anar» en España, pueden proporcionar un recurso de apoyo para los jóvenes que necesitan hablar sobre sus problemas y obtener orientación y apoyo emocional.

Es fundamental que las ciudades, los barrios y las comunidades en general fomenten espacios seguros organizados por entidades comunitarias, escuelas, centros cívicos, deportivos y bibliotecas. En Australia, «Safe Spaces» o «Safe Haven Café» son ejemplos de ambientes seguros donde los jóvenes pueden conectarse y aprender habilidades para la resiliencia y la vida. Esta iniciativa ha demostrado mejorar la experiencia de atención y conexión con la comunidad local, y reducir las consultas en el servicio de urgencias de salud mental.

El programa «Big Brothers Big Sisters» en los Estados Unidos es un programa de mentoría que une a adolescentes con adultos que tienen intereses similares o experiencias compartidas. Este programa ha demostrado tener un efecto positivo en los jóvenes participantes, mejorando significativamente sus calificaciones escolares, relaciones con sus padres y compañeros, y autoestima en comparación con aquellos que no participaron en el programa. Esto demuestra que la relación de mentoría a largo plazo puede tener un impacto positivo duradero en la vida de los jóvenes en situaciones de riesgo.

Las iniciativas que abordan los factores de riesgo para los problemas de salud mental, como la violencia, el acoso escolar, el abuso de sustancias, el suicidio y la falta de apoyo familiar, son efectivas para proporcionar recursos a los adolescentes para hacer frente a estas adversidades. Ejemplos de estos programas son «Bullying Prevention Program», «ALERT Project», «Signs of Suicide», «YAM» y «Family Check-Up» en países anglosajones.

Esto ayudará a fortalecer la resiliencia y la capacidad de recuperación de los adolescentes, empoderándolos con la adquisición de habilidades efectivas de afrontamiento, una construcción adecuada de redes de apoyo y el fomento de la autoestima y la confianza en sí mismos.

Cuando surge un problema moderado o grave de salud mental, es importante que las familias, los niños y los adolescentes tengan acceso a servicios de salud mental asequibles, basados en la evidencia, con una respuesta temprana y no dilatada en el tiempo. Esto es clave para evitar el agravamiento y la cronificación de estas problemáticas y mejorar el pronóstico a largo plazo.

(Artículo ampliado: Abrazando la adolescencia – Fundación privada Nous Cims)

Un artículo de:

Pau Gomes.

Director Área Bienestar Emocional.


Hacer cabañas en el bosque: El vínculo entre el bienestar emocional y la naturaleza

En nuestra infancia, muchos de nuestros recuerdos más preciados están relacionados con la naturaleza: jugar en el bosque, en el parque, en la playa y hacer castillos en la arena. Esta conexión con la naturaleza es una cosa innata en las personas y se conoce como biofilia.

Varias investigaciones apoyan los beneficios de la naturaleza en nuestra salud. Un estudio publicado en la revista «Frontiers in Psychology» concluyó que tener contacto con la naturaleza tiene un efecto beneficioso en nuestra salud mental y física (Kuo, Barnes, & Jordan, 2019). Y el proyecto Phenotype, realizado en Barcelona, concluye que las personas que tienen más contacto con espacios naturales durante su infancia tienen una mejor salud mental y un mejor desarrollo cognitivo (ISGlobal, 2019).

Incluso, un nuevo estudio del Instituto de Salud Global de Barcelona, apreció que aumentar las áreas verdes en una ciudad como Barcelona podría reducir los casos de mala salud mental y disminuir el uso de antidepresivos y tranquilizantes, lo cual resultaría en un ahorro significativo en costes de salud mental (ISGlobal, 2023).

El trastorno por déficit de natura, introducido por Richard Louve (2005), se refiere a la falta de exposición en la naturaleza en la vida cotidiana, ha estado objeto de numerosos estudios. Se ha encontrado que este déficit puede tener efectos negativos en nuestra salud mental y física, incluyendo depresión, ansiedad, estrés, obesidad infantil y diabetes tipo 2 (Bratman, Hamilton, & Daily, 2012). Por el contrario, la exposición a la naturaleza puede reducir la presión arterial, la frecuencia cardíaca y el estrés psicológico, y mejorar nuestra salud mental y bienestar (Hartig, Mitchell, de Vries, & Frumkin, 2014).

Especialmente en el caso de los niños y niñas, el contacto con la naturaleza fomenta el juego activo, mejora las habilidades motoras y contribuye al desarrollo socioemocional. Además, estar en espacios naturales durante la infancia se ha asociado con cambios estructurales en la anatomía del cerebro.

Dada la evidencia científica de los beneficios de la naturaleza, las escuelas tienen que considerarla como un recurso educativo valioso. Al incluir la naturaleza en el entorno escolar, se potencia el aprendizaje, se mejora la función cognitiva y se promueve el desarrollo emocional y social de los niños. Expertos en educación ambiental también enfatizan como la naturaleza puede ayudar los niños a regular sus emociones, resolver conflictos y desarrollar habilidades sociales (Freire, 2017).

Es fundamental que las escuelas realicen acciones concretas para conectar los niños con la naturaleza. Además de adaptar los espacios físicos e introducir elementos naturales, se pueden realizar actividades como huertos escolares, paseos por parques, observación de la flora y fauna, y proyectos de investigación sobre el medio ambiente.

Existen iniciativas internacionales que han tenido un impacto positivo en la comunidad educativa. Por ejemplo, Proyectos como Children & Nature Network (C&NN), GreenKids, Nature Friendly Schools y Connect with Nature School Pack, que han demostrado como aumentar las actividades escolares en entornos naturales mejora la salud mental y el bienestar del alumnado.

Conectar con la naturaleza durante la infancia beneficia nuestra salud y bienestar emocional. Las escuelas tienen que promover esta conexión, puesto que contribuye al aprendizaje, mejora el bienestar físico y emocional de los niños/as, fomenta estilos de vida saludables y desarrolla una conciencia ambiental. Integrar la naturaleza en nuestras vidas nos ayuda a desarrollar un sentido de respeto y conexión con nuestro entorno, así como con el planeta en general. Así que continuamos jugando a hacer cabañas y disfrutando de la naturaleza en nuestras vidas!

(Artículo ampliado: Jugando a hacer cabañas – Fundación Privada Nous Cims)

Un artículo de:

Irene Cervera Buisán.

Programme Manager Programa Komtü.

 

Bibliografía

Bratman, G. N., Hamilton, J. P., & Daily, G. C. (2012). The impacts of nature experience on human cognitive function and mental health. Environmental health perspectives, 120(7), 958-966.

Vidal, D., Pereira, E., Cirach, M., Daher, C., Nieuwenhuijsen, M., Mueller, N. An urban green space intervention with benefits for mental health: a health impact assessment of the Barcelona “Eixos Verds” Plan. Environment International, 2023. https://doi.org/10.1016/j.envint.2023.107880

Freire, H. (2017). Educación infantil y desarrollo sostenible: Nuevos retos y oportunidades. Editorial Octaedro.

Myriam Preuss, Mark Nieuwenhuijsen, Sandra Márquez, Marta Cirach, Payam Dadvand, Margarita Triguero-Mas, Christopher Gidlow, Regina Grazuleviciene, Hanneke Kruize y Wilma Zijlema. Low Childhood Nature Exposure is Associated with Worse Mental Health in Adulthood. International Journal of Environment Research and Public Health. 22 May 2019. Artículo: El contacto con entornos naturales durante la infancia podría beneficiar la salud mental en la edad adulta. ISGlobal. El contacto con entornos naturales durante la infancia podría beneficiar la salud mental en la edad adulta – Noticia – ISGLOBAL

Hartig, T., Mitchell, R., de Vries, S., & Frumkin, H. (2014). Nature and health. Annual review of public health, 35, 207-228.

Kuo, M., Barnes, M., & Jordan, C. (2019). Do experiences with nature promote learning? Converging evidence of a cause-and-effect relationship. Frontiers in psychology, 10, 305.

Louv, R. (2005). Last Child in the Woods: Saving Our Children From Nature-Deficit Disorder. Algonquin Books.


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Permitirnos el aquí y el ahora

Con el estilo de vida que vivimos muchas personas actualmente, nos puede resultar complejo conectar con el momento presente, no solo con los hechos o acontecimientos que nos están pasando, sino también con qué emociones nos despiertan y nos generan las diferentes situaciones que nos encontramos en el día a día.

Vivimos en un mundo muy competitivo, arriesgado, dinámico y donde todo cambia cada segundo. La realidad es efímera, las relaciones líquidas. Cada vez hay más tendencia a la inmediatez, dando mucha importancia a los éxitos y logros, pero no a la permanencia y cuidado de estos. Todo es rápido y fugaz, generando la sensación que el tiempo se nos escapa de las manos, hecho que nos puede llevar a un estado de activación constante, de alerta y a una alta exigencia y frustración hacia nosotras mismas. A la vez, nos encontramos ante un escaparate, donde todo es fotografiado o grabado y el momento presente se pierde.

¿Cómo aprender a disfrutar del aquí y el ahora?

Para disfrutar del presente, del aquí y el ahora, tenemos que mostrar agradecimiento por aquello que tenemos y lo que somos, en vez de anhelar y vivir pendientes de cosas que quizás no existen ni existirán nunca, y de recuerdos y experiencias pasadas.

Tenemos que dejar de mirar al pasado, pensando y culpabilizándonos de las oportunidades desaprovechadas, de los objetivos no conseguidos, recordando lo que hemos perdido y lo que no vivimos.

A la vez, no tenemos que ir al otro extremo y tenemos que evitar focalizarnos solo en el futuro para no depositar altas expectativas en él, con angustia y desazón por lo que vendrá y lo que tengo que hacer mañana. De este modo, podrás empezar a vivir el presente con actitud y de manera plena, consciente de todo lo que ocurre a tu alrededor, abierta a sentir lo que te pasa tal como es y aceptando lo que sientes en cada momento, sin reprimirte ni juzgarte, para poder afrontar el futuro con expectativas realistas y con resolución.

La importancia de encontrar tiempo de calidad para nosotras mismas

Ante esta realidad, el tiempo para una misma, el hecho de permitirnos conectar con el aquí y el ahora, es imprescindible y cada vez más necesario. Un tiempo de calidad, que no hace falta que sea un tiempo muy largo, o un tiempo definido y estructurado, sino un tiempo que nos permita disfrutar del presente y sentirnos conectadas.

Nos podemos encontrar que, con la cantidad de tareas que tenemos pendientes, nos cueste encontrar momentos de calma y conexión, pero hay que recordar que no importa tanto la cantidad, sino la calidad.

En este sentido, cuando hablamos de calidad, hablamos de poder encontrar un momento para desconectar la mente de las exigencias del día a día, las presiones y el peso que llevamos encima y que ralentiza nuestro paso. Dedicar tiempo a estar conmigo misma, a conocerme aceptarme y estimarme como soy. Detectar qué necesito, qué quiero y qué me gusta con una mirada abierta a sentir y a experimentar.

En definitiva, cultivar la atención plena en aquello que hacemos, cuidar nuestra autoestima e invertir el tiempo de manera inteligente, porque este tiempo que dedicamos a estar con un mismo, tiene un valor incalculable y sanador: es un tiempo de respiro, un té o café en el sofá, una lectura al sol, un paseo, un baño, saborear nuestro plato de comida preferido, una conversación con un ser querido … Un momento de parar, de calma, de conectar con el momento presente sin pensar en nada más que en disfrutarlo y sin sentir culpa de tenerlo.

Dejar por un momento el control, lo que no he hecho y lo que me queda por hacer. Apreciar lo que nos parece que es no hacer nada, que en realidad es hacer mucho, ya que significa parar, mirarnos, escucharnos, cuidarnos y permitirnos un espacio propio. Donde nos podamos dar valor, reconocernos, empoderarnos y también donde podamos ser conscientes de cómo estamos:

  • Qué me hace estar bien y qué no
  • Qué es real y qué no lo es
  • Aceptar la realidad y ver qué hay de mí
  • Qué puedo hacer yo para cambiar lo que no me gusta de esta y qué no es modificable

Con estas reflexiones podremos pasar a un estado de aceptación y rehuir de la lucha que solo nos genera desgaste y malestar, porque realmente la máxima del propio bienestar recae en un mismo.

Estar aquí y ahora, ser conscientes de nuestras necesidades actuales, de nuestras emociones o los sentimientos que fluyen por nuestro cuerpo, tienen un efecto muy positivo en muchas áreas de funcionamiento de nuestro organismo y de nuestra mente, así como en la actividad humana en general.

Tomar conciencia es el primer paso para hacerlo. Aquí y ahora.

Un artículo de:

Lídia Borrell.
Terapeuta familiar y educadora social. Técnica del Programa Komtü.


Portada_Claus del treball en equip

Claves del trabajo en equipo

Hace unos días, mientras conducía escuchando un podcast – este formato que está revolucionando la comunicación en los últimos años – se explicaba de dónde provienen los apellidos y por qué surgieron (nunca me había hecho esta pregunta, ¡pero no siempre hemos tenido apellidos!)

Muy resumidamente, antes de que nos pusieran los apellidos de nuestras madres y padres al nacer, evidentemente ya existían lazos familiares que nos unían. Abuelos, padres e hijos/se convivían en unidades familiares, bajo el mismo techo, pero hacía falta una identidad por practicidad, para ser parte del grupo, identificarse con este y, así, poder heredar las tierras y propiedades en caso de que la familia las dispusiera (evitando que viniera un extraño y nos suplantara).

Hoy en día, continúa siendo muy importante formar parte de un grupo, tener una identidad compartida y, en definitiva, pertenecer a algún sistema más grande que al de un mismo.

Pero, ¿y qué pasa en otras esferas en que no hay un apellido que nos identifica entre nosotros? ¿Cómo se forma parte de un grupo? ¿Qué es aquello que nos une entre nosotros y nos permite trabajar mejor?

El sentimiento de pertenencia a un grupo

Si tenemos en cuenta el mundo animal, podemos observar en los mamíferos la importancia de aquello que denominamos manada o «mandada». Un nuevo mamífero, sin la protección de sus iguales, posiblemente no sobreviviría muchos días.

En los humanos, que nos pasaría exactamente lo mismo, hemos ido un paso más allá con la gran capacidad de pensamiento y conciencia que disponemos y, hoy en día, conocemos la importancia del sentimiento de pertenencia a un grupo – entendiendo como grupo en el sentido amplio, ya sea la familia, los compañeros al trabajo, los iguales en la escuela o los amigos del equipo de fútbol, para poner solo unos ejemplos.

Además de pertenecer, nos tenemos que sentir parte, ser reconocidos y aceptados en aquellos grupos y colectivos donde estamos incluidos. Podemos afirmar, pues, que no solo tenemos que formar parte de un grupo, sistema o equipo, sino que será muy importante funcionar y sentirse parte de este.

¿Cómo funcionan los equipos de trabajo?

Si nos centramos en el funcionamiento de los equipos de trabajo, contamos con algunas evidencias que se han demostrado imprescindibles para un buen clima en estos. Vamos a ver algunas claves:

1. Estructura

Como en la familia, donde los padres tienen que hacer de padres y cuidar de los hijos, y no a la inversa y donde cada cual ocupa un rol y tiene una función determinada, en los equipos de trabajo es importante también poder contar con una estructura clara y definida. Por ejemplo, el jefe tiene que hacer de jefe y asumir el liderazgo, apoyando al resto del equipo. Sabemos que, cuando un lugar no es ocupado por la persona a la que le corresponde, otro del grupo puede asumirlo haciendo tambalear su estructura y funcionamiento.

 

2. Seguridad

Es imprescindible sentirla en los equipos de los que formamos parte. Como ya hemos apuntado anteriormente, los humanos tenemos la grande y compleja capacidad de ser conscientes y ponerle nombre a cómo nos sentimos y cómo se pueden sentir los otros. Saber que podemos expresar lo que necesitamos, cómo nos sentimos o cómo nos gustaría funcionar, sin miedo a ser descalificados, es un elemento básico en el buen funcionamiento de los equipos.

 

3. Confianza

Unas relaciones entre los miembros de los equipos basadas en una confianza mutua y una comunicación respetuosa, sabiendo que aquello que pueda expresar será recibido desde la creencia que queremos lo mejor para el equipo, y no solo para un mismo, determina que las relaciones que se creen nos generen tranquilidad, bienestar y sintonía.

 

4. Reconocimiento

Como ya hemos apuntado, la condición de trabajar dentro de un equipo determinado no comporta directamente tener un reconocimiento. Entendemos por ser reconocidos el hecho de valorar lo que aporta cada persona al equipo, desde la más nueva hasta la más antigua, desde la más experimentada hasta la más novel. Todo el mundo dispone de alguna habilidad que suma y aporta al equipo, y poder verbalizarlas y comunicarlas al resto nos genera un sentimiento de equipo.

 

5. Identidad

Hemos empezado hablando de este aspecto a través de los apellidos, que nos dan una identidad familiar, entre otros aspectos, pero en los equipos de trabajo también es importante disponer de una identidad compartida. Los equipos tenemos un objetivo común y caminando juntos nos será más fácil lograrlo.

 

Para finalizar, me gustaría compartir dos frases que resumen la importancia del trabajo en equipo y que forman parte de la mirada que tengo hacia los equipos. Seguro que conocéis a Michael Jordan, mítico jugador de baloncesto de la NBA, que destacaba por su gran talento en este deporte. Durante una entrevista afirmó que «el talento gana partidos, pero el equipo gana campeonatos», remarcando la suma de todos los jugadores del equipo para el logro de los éxitos deportivos conseguidos. Y es que estamos convencidos del hecho que «trabajar en equipo divide el trabajo y multiplica los resultados».

 

Referencias

Podcast: ‘No te lo habías preguntado: Cómo empezamos a tener apellidos?’, de Judith Tiral.

Un artículo de:

Joan Ronzano.
Psicólogo y educador social. Técnico del Programa Komtü.


Portada_Quins són els ingredients principals perquè escola i família esdevinguem la

¿Cuáles son los ingredientes principales para que escuela y familia nos convirtamos en la "tribu del niño"?

Para educar a un niño, hace falta toda una tribu

Proverbio africano

 

Mucho se ha escrito sobre este tema, y, aun así, la participación de las familias en la vida escolar continúa siendo uno de los “caballos de batalla” de los entornos educativos.

¿Qué hacemos o qué dejamos de hacer para que las familias no acaben de percibirnos cómo algo inseparable en la vida de sus hijos e hijas? ¿Es que quizás no hablamos el mismo lenguaje? ¿O no les ofrecemos aquello que exactamente necesitan?

No es nuestra pretensión sacar aquí la clave, sería excesivamente pretencioso por nuestra parte, pero sí que podemos aportar algunas ideas, que seguramente las sabéis, pero a las que, probablemente, no prestamos suficiente atención.

La implicación de las familias en el proceso escolar de los niños

La herramienta principal con la que los docentes contamos es nuestra presencia, una PRESENCIA en mayúsculas, que, entre otras cosas, viene a decir que la relación se crea a partir de muchos momentos a menudo no planificados, en las entradas y salidas de la escuela, en las agendas, en las conversaciones informales… siempre que ponemos intencionalidad y conciencia.

Estos pequeños momentos pueden convertirse en semillas para una relación de calidad, confianza y de ayuda mutua, porque no lo olvidemos: los y las docentes también necesitamos, y mucho, de las familias para que nuestro trabajo dé los frutos que todos queremos.

Una sonrisa, un “me quedo unos minutos hablando”, una mirada franca, llamarles por el nombre de pila, un apretón de manos, una caricia en el pelo del niño ante sus padres… son solo pequeños ejemplos de cómo construir una relación de confianza sin casi ni darnos cuenta. De forma sutil les estamos diciendo “te veo, sé que estás aquí, tu hijo/a me importa”. Y este mensaje va calando…

Además, PRESENCIA también quiere decir una actitud determinada, consciente e intencional que facilitará, y mucho, que las familias nos perciban como unos aliados en la educación de sus hijos. Para ser más concretos, hablamos de:

  • Reconocimiento: reconocer que todas las familias buscan lo mejor para sus hijos, que tienen una preocupación genuina por su bienestar y valorar el esfuerzo que hacen en su educación, sin juicios. Me hago cargo de vuestra preocupación por las notas de Jaume, buscaremos una manera conjunta de ayudarlo a superar este momento.
  • Normalización: quiere decir que aquello que les preocupa entorno la crianza de sus hijos es normal, les pasa (y nos pasa) a todos los que somos padres. A veces nos hemos desenvuelto la mar de bien, otras veces nos sentimos “los peores padres del mundo”. Y no pasa nada, es normal y humano sentirse así, y no los juzgamos. Es normal que os sintáis sobrepasados cuando Laura tiene estos ataques de rabia, cualquier persona en vuestro lugar se sentiría igual, vayamos a ver cómo podemos ayudarla a calmarse.
  • Validación: validar la intención con la que la familia ha hecho algo para resolver las dificultades que tienen con los hijos. Quizás la acción no ha sido la más acertada, pero la intención que hay detrás seguro que sí que lo es. Podemos cuestionar la acción, pero nunca juzgamos la persona que hay detrás. Estoy segura de que detrás del castigo que le pusiste a Said había una buena intención, pensamos otras maneras de reaccionar la próxima vez que pase lo mismo.
  • Y para acabar, los pactos orientadores: no nos vamos de la entrevista, encuentro, reunión, sin un par de compromisos o “deberes” conjuntos, para llevar a cabo en casa y en la escuela. De este modo, las familias tienen la experiencia y la certeza de que la educación de su hijo/a es “cosa de todos”, y no se sienten juzgados. Durante este mes de febrero, tanto vosotros en casa como yo en la escuela, pondremos en práctica estas pautas que hemos consensuado y en marzo nos volvemos a encontrar para ver cómo han ido.

La importancia de ir todos a una

Seguro que ya os habéis dado cuenta de que la palabra “juicio” aparece en todas estas propuestas. Quizás sin darnos cuenta, sin malicia, sin ser conscientes, a veces hacemos sentir a las familias que “no están haciendo bien su trabajo de padres”, y el efecto inmediato que tiene es que estos “levantan murallas defensivas”. Cuando alguien se siente atacado, se defiende. Y además es legítima defensa.

Si nuestra actitud es de comprensión, de aceptación, y de trabajo común con el objetivo de que el bienestar del niño mejore, estas murallas se deshacen, y las familias nos percibirán como aliados, generando cada vez más una relación de mutua confianza y apoyo.

Al final, establecer una buena vinculación con las familias es un delicado trabajo de artesanía que requiere tiempo y dedicación, de ir dándole despacio la forma que queremos, de enmendar aquello que no funciona y valorar aquello que nos gusta y da resultados. Las estrategias y habilidades de comunicación no son algo que se estudie en profundidad en la Facultad, y, a menudo, para que las familias se animen, realizamos grandes actos, o pensamos actividades chulísimas, o trabajamos unos Canva de presentación del curso que son una auténtica maravilla.

Y esto está muy bien, pero no olvidemos que, simple y llanamente, la mejor herramienta para implicar a las familias somos nosotros mismas.

Un artículo de:

Irene de Luis.
Psicóloga y terapeuta familiar. Técnica del Programa Komtü.


Portada_La (no sempre senzilla) cohesió de grups

La (no siempre sencilla) cohesión de grupos

Recuerdo que, cuando yo iba a EGB, por allá los 80, había un chico en clase, Eugeni, a quien sin ningún tipo de duda hoy en día diríamos que le hacían bullying. Nunca ningún maestro nos dijo gran cosa sobre lo que pasaba (y os aseguro que pasaron cosas que solo pensarlas se me ponen los pelos de punta). Ya se sabe, decían, son cosa de niños.

Unos años antes, la maestra, intentaba que nos hiciéramos más con Margarita… y no sé el resto, pero a mí Margarita me costaba mucho porque hablaba tan flojito que no la oía. Y cuanto más me decían de estar con ella, menos sabía estar…

Más adelante, ya a COU, compartí grupo con Marta, con la que nadie quería sentarse porque, da incluso cosa decirlo, hacía mucho mal olor…

Es cierto que en los 80 las cosas eran bastante diferentes, pero hay cosas que no cambian. Entonces, igual que ahora, la situación de Eugeni no era «cosa de niños». La seguridad de Margarita no dependía de forzar su juego con las compañeras, ni la integración de Marta al nuevo grupo era tan sencilla como conseguir que alguien se sentara a su lado.

Los maestros de entonces habrían podido hacer muchas dinámicas para trabajar la cohesión de grupo y digo, sin miedo a equivocarme, que no habrían triunfado demasiado.

¿Por qué?

Pues porque el problema de Eugeni ni era de cohesión ni era un problema tan solo de Eugeni. La causa de la inseguridad de Margarita no estaba en el grupo, sino en una enfermedad degenerativa que sufría. Y la integración de Marta quizás habría sido diferente si se hubiera podido acompañar a su familia.

Podemos, si quieres, cambiar los nombres de los protagonistas y el síntoma: «Este grupo no es un grupo, ¡está lleno de grupitos!», «La María tiene un liderazgo que no siempre es positivo», «los de 5.º B siempre se están pinchando»… y así podríamos seguir, pero, por más larga que hiciéramos la lista, todavía podríamos decir lo mismo que con Eugeni, Margarita y Marta: el problema no se soluciona con una dinámica de cohesión. es decir, el problema no se soluciona tratando el síntoma sino acercándonos a la causa que lo ha originado.

¡Manos a la obra pues! ¿Qué hacemos con estos casos que nos vienen a la cabeza? ¿Cómo saber si una dinámica de cohesión es lo más adecuada o, al contrario, necesitamos otra cosa? Pues aplicando una herramienta sencilla y que todos tenemos al alcance: la observación.

¿Cómo son las relaciones de este niño (en el aula, en el patio, en casa, en las extraescolares)? Más allá de sus actitudes/comportamiento, ¿qué expresiones emocionales podemos observar? ¿Cómo se ve a sí mismo? ¿Se quiere? ¿Se valora? ¿Hemos hablado con la familia? ¿Qué información tienen los anteriores maestros? ¿Lleva alguna etiqueta este alumno?…

Planteémoslo como un juego

Hagámonos muchas preguntas y abramos muchas hipótesis, como si fuésemos detectives. Y al acabar preguntémonos: ¿qué es lo que necesita? ¿Cómo lo puedo acompañar yo, como maestra? ¿Cómo lo puede acompañar la escuela? ¿Qué habilidades necesitamos activar?…

Y, con todo esto, establecemos un plan de acción con unos objetivos pedagógicos y una temporalización, implicamos al resto de profesionales que entran al aula, a los monitores, a la familia. Vamos todos a una, unámonos para apoyar al niño o al grupo.

Quizás realmente una dinámica de cohesión es lo que más se aviene, pero quizás hay casos en que, antes de llegar, tendremos que pasar por otros lugares. En este caso necesitaremos más tiempo, pero habrá merecido la pena.

Un artículo de:

Anna Rallo.
Psicopedagoga. Técnica del Programa Komtü.


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desCONECTAR: Una reflexión de lo que hacemos y desde dónde lo hacemos

Antes de continuar leyendo el artículo, te invito a que te regales un pequeño momento, escoge si necesitas un par de minutos o algo más, cierra los ojos, observa tu pensamiento y registra de forma interna aquellas obligaciones que tienes que hacer durante tu día a día (comprar, trabajo, limpieza, cocinar, pareja, conducir…).

Durante este rato que te has regalado, has conectado con estas y otras obligaciones.

Apunta todo lo que has recordado en un papel y observa

¿Cómo te hace sentir lo que haces? ¿Con qué pensamientos conectas mientras lo haces? ¿Cómo está tu cuerpo físico al acabar el día?

Seguramente has conectado con emociones como el estrés y la ansiedad, con la autoexigencia y con sensaciones de agotamiento y cansancio físico, y te pregunto: ¿qué necesitas hacer en este nivel? ¿Qué piensas de aquello que haces? ¿Qué hay detrás de este hacer? ¿Qué pasaría si hicieras menos? ¿Desde dónde lo haces?

Demostrar demasiada exigencia con nosotros mismos, nos genera todas las emociones descritas previamente y nos reduce de forma significativa nuestra autoestima.

¿Qué nos pasa cuando vemos que no llegamos a todo?

El estrés continuado y la ansiedad aumentan los niveles de cortisol y, en consecuencia, disminuye significativamente nuestra capacidad de gestión asertiva, manteniéndonos continuamente en una sensación interna de alerta y peligro.

Para evitar esta y otras sensaciones, emociones y pensamientos desagradables, nuestro organismo nos invita a continuar haciendo, a continuar huyendo de aquello que siento y pienso. El ser humano, de forma innata, ha desarrollado una serie de estrategias como, por ejemplo: luchar, congelarse, complacer y finalmente huir. ¿Cuál crees que es tu predominante?

La necesidad de hacer, de forma compulsiva, repetitiva y con poco descanso responde a la necesidad de huir. Normalmente, las personas que desarrollan esta estrategia demuestran una adición al trabajo, pensamiento excesivo, episodios de ansiedad, dificultades para mantenerse quietos y en calma, una actitud perfeccionista, evasiva e hiperactiva. Cuando las tareas han acabado y aparece un momento, día o época donde hay menos actividad, les suele aparecer tristeza, frustración, soledad, emociones y estados que se suelen querer evitar mediante la actividad frenética del día a día.

Quizás no puedes modificar todos tus «tengo que «, pero lo que sí que puedes transformar es desde dónde lo haces y cómo te hace sentir. Para hacerlo, pregúntate: ¿a qué necesidad responde? ¿Cómo me siento haciendo esto?

Ir desarrollando conciencia de tus acciones te acompañará en tu autoconocimiento y en tu bienestar.

Un artículo de:

Josep Montané.
Integrador social. Técnico del Programa Komtü.


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La Tierra, nuestra casa

Si nos imaginamos la escuela como un centro abierto, conectado con su entorno, transformador y pedagógico, nos daremos cuenta de que forma parte de la comunidad y que, a la vez, crea comunidad. Desde esta mirada, nos podemos plantear qué acciones de mejora y dinamización local podemos hacer con la Administración y entidades de los alrededores. Por lo tanto, partimos de una escuela facilitadora de aprendizajes y que es capaz de ayudar a construir una ciudadanía activa.

¿Qué puede hacer la escuela respecto al medio ambiente?

La educación es un elemento clave en la respuesta al cambio climático: tiene un papel imprescindible para que cada niño adquiera los conocimientos, habilidades, actitudes, competencias y valores necesarios para dar forma a un futuro sostenible. Educar sobre el cambio climático, el medio ambiente y el desarrollo sostenible va más allá de la clase de ciencias y supera el ámbito del aula: afecta a todos los componentes del sistema educativo, es transversal al currículum y define un modelo de aprendizaje continuo, que dura toda la vida y comprende diferentes sistemas en los que nos encontramos inmersos.

¿De qué habilidades y competencias estamos hablando?

Promoción del pensamiento crítico, metodologías de investigación de información, habilidades de resolución de problemas, y competencias para predecir acontecimientos en contextos cambiantes y para actuar de manera colaborativa, responsabilidad frente a las propias acciones, empatía hacia los otros, respeto hacia lo mío y lo de los otros… Tomar conciencia de que los recursos de la naturaleza son limitados y que debemos cuidarlos, nos hará replantear qué modelo de consumo tenemos habitualmente y cuál queremos tener.

También debemos poder reflexionar sobre los fenómenos atmosféricos cada vez más nocivos: temperaturas más altas que afectan la salud, especialmente de los más pequeños y vulnerables, tormentas más intensas y sequía grave, y cómo tenemos que aprender a protegernos ante estas situaciones.

¿Cómo podemos ir trabajando todos estos valores a lo largo de la escolaridad?

Te dejamos algunas ideas para trabajar desde:

  • Área de ciencias sociales: poblaciones afectadas por el cambio climático, usos del suelo y desastre naturales, conflictos por los recursos…
  • Área de lengua y lengua extranjera: comprensión lectora, argumentación, vocabulario específico relacionado con el clima, conocimiento y debate sobre las campañas informativas como forma de comunicación y sensibilización…
  • Área de matemáticas: comprensión de las cifras publicadas sobre los efectos del cambio climático, probabilidades y modelos predictivos…
  • Área artística: diseño gráfico y activismo, reutilización y uso de materiales reciclados en la producción artística, diseño de infografías…
  • Área de tutoría o educación en valores: responsabilidad, debate, resolución de conflictos, interdependencia, empatía…

Por lo tanto, si las personas somos parte del problema, podremos ser parte de la solución. Esta mirada capacitadora y positiva respecto a nuestro futuro también es un derecho de los niños y sus familias. ¡La única acción que no tiene efecto, es la que no se hace!

Recursos disponibles:

Días para actuar:

  • 30 de enero: Día de la Paz
  • 22 de marzo: Día del Agua
  • 22 de abril: Día Internacional de la Madre Tierra
  • 22 de mayo: Día Internacional de la Diversidad Biológica
  • 5 de junio: Día Mundial del Medio Ambiente
  • 17 de junio: Día Mundial de la Lucha contra la Desertificación y la Sequía
  • 16 de septiembre: Día Internacional de la Preservación de la Capa de Ozono
  • 13 de octubre: Día Internacional para la Reducción de los Desastres

Un artículo de:

Rebeca López.
Psicóloga y terapeuta familiar. Técnica del Programa Komtü.