En nuestra infancia, muchos de nuestros recuerdos más preciados están relacionados con la naturaleza: jugar en el bosque, en el parque, en la playa y hacer castillos en la arena. Esta conexión con la naturaleza es una cosa innata en las personas y se conoce como biofilia.

Varias investigaciones apoyan los beneficios de la naturaleza en nuestra salud. Un estudio publicado en la revista «Frontiers in Psychology» concluyó que tener contacto con la naturaleza tiene un efecto beneficioso en nuestra salud mental y física (Kuo, Barnes, & Jordan, 2019). Y el proyecto Phenotype, realizado en Barcelona, concluye que las personas que tienen más contacto con espacios naturales durante su infancia tienen una mejor salud mental y un mejor desarrollo cognitivo (ISGlobal, 2019).

Incluso, un nuevo estudio del Instituto de Salud Global de Barcelona, apreció que aumentar las áreas verdes en una ciudad como Barcelona podría reducir los casos de mala salud mental y disminuir el uso de antidepresivos y tranquilizantes, lo cual resultaría en un ahorro significativo en costes de salud mental (ISGlobal, 2023).

El trastorno por déficit de natura, introducido por Richard Louve (2005), se refiere a la falta de exposición en la naturaleza en la vida cotidiana, ha estado objeto de numerosos estudios. Se ha encontrado que este déficit puede tener efectos negativos en nuestra salud mental y física, incluyendo depresión, ansiedad, estrés, obesidad infantil y diabetes tipo 2 (Bratman, Hamilton, & Daily, 2012). Por el contrario, la exposición a la naturaleza puede reducir la presión arterial, la frecuencia cardíaca y el estrés psicológico, y mejorar nuestra salud mental y bienestar (Hartig, Mitchell, de Vries, & Frumkin, 2014).

Especialmente en el caso de los niños y niñas, el contacto con la naturaleza fomenta el juego activo, mejora las habilidades motoras y contribuye al desarrollo socioemocional. Además, estar en espacios naturales durante la infancia se ha asociado con cambios estructurales en la anatomía del cerebro.

Dada la evidencia científica de los beneficios de la naturaleza, las escuelas tienen que considerarla como un recurso educativo valioso. Al incluir la naturaleza en el entorno escolar, se potencia el aprendizaje, se mejora la función cognitiva y se promueve el desarrollo emocional y social de los niños. Expertos en educación ambiental también enfatizan como la naturaleza puede ayudar los niños a regular sus emociones, resolver conflictos y desarrollar habilidades sociales (Freire, 2017).

Es fundamental que las escuelas realicen acciones concretas para conectar los niños con la naturaleza. Además de adaptar los espacios físicos e introducir elementos naturales, se pueden realizar actividades como huertos escolares, paseos por parques, observación de la flora y fauna, y proyectos de investigación sobre el medio ambiente.

Existen iniciativas internacionales que han tenido un impacto positivo en la comunidad educativa. Por ejemplo, Proyectos como Children & Nature Network (C&NN), GreenKids, Nature Friendly Schools y Connect with Nature School Pack, que han demostrado como aumentar las actividades escolares en entornos naturales mejora la salud mental y el bienestar del alumnado.

Conectar con la naturaleza durante la infancia beneficia nuestra salud y bienestar emocional. Las escuelas tienen que promover esta conexión, puesto que contribuye al aprendizaje, mejora el bienestar físico y emocional de los niños/as, fomenta estilos de vida saludables y desarrolla una conciencia ambiental. Integrar la naturaleza en nuestras vidas nos ayuda a desarrollar un sentido de respeto y conexión con nuestro entorno, así como con el planeta en general. Así que continuamos jugando a hacer cabañas y disfrutando de la naturaleza en nuestras vidas!

(Artículo ampliado: Jugando a hacer cabañas – Fundación Privada Nous Cims)

Un artículo de:

Irene Cervera Buisán.

Programme Manager Programa Komtü.

 

Bibliografía

Bratman, G. N., Hamilton, J. P., & Daily, G. C. (2012). The impacts of nature experience on human cognitive function and mental health. Environmental health perspectives, 120(7), 958-966.

Vidal, D., Pereira, E., Cirach, M., Daher, C., Nieuwenhuijsen, M., Mueller, N. An urban green space intervention with benefits for mental health: a health impact assessment of the Barcelona “Eixos Verds” Plan. Environment International, 2023. https://doi.org/10.1016/j.envint.2023.107880

Freire, H. (2017). Educación infantil y desarrollo sostenible: Nuevos retos y oportunidades. Editorial Octaedro.

Myriam Preuss, Mark Nieuwenhuijsen, Sandra Márquez, Marta Cirach, Payam Dadvand, Margarita Triguero-Mas, Christopher Gidlow, Regina Grazuleviciene, Hanneke Kruize y Wilma Zijlema. Low Childhood Nature Exposure is Associated with Worse Mental Health in Adulthood. International Journal of Environment Research and Public Health. 22 May 2019. Artículo: El contacto con entornos naturales durante la infancia podría beneficiar la salud mental en la edad adulta. ISGlobal. El contacto con entornos naturales durante la infancia podría beneficiar la salud mental en la edad adulta – Noticia – ISGLOBAL

Hartig, T., Mitchell, R., de Vries, S., & Frumkin, H. (2014). Nature and health. Annual review of public health, 35, 207-228.

Kuo, M., Barnes, M., & Jordan, C. (2019). Do experiences with nature promote learning? Converging evidence of a cause-and-effect relationship. Frontiers in psychology, 10, 305.

Louv, R. (2005). Last Child in the Woods: Saving Our Children From Nature-Deficit Disorder. Algonquin Books.