¡Qué ilusión nos hace saber que la familia crece y que pronto seremos uno más! Es un momento de transición para la pareja, un cambio importante para un hijo grande, una novedad para un hijo pequeño, una expectativa por los abuelos, una alegría por los tíos y amigos… y todos y cada uno de nosotros, lo vivimos de manera muy diferente.

Aparecen emociones como la sorpresa y la ilusión, cuando pensamos en una nueva etapa y una nueva persona a quien querremos. Pero también el miedo, por ejemplo, a las dificultades para gestionar el tiempo y la energía, e incluso la tristeza por perder la relación actual que tenemos con nuestro hijo mayor.

Entonces tomamos conciencia que no hay dos relaciones iguales, y podemos sentir miedo de no querer a nuestros hijos por igual, porque está claro, con todo lo que queremos a nuestro hijo mayor… ¿Cómo puede ser que queramos a otro hijo como él? Y nos encontramos con la realidad que no podemos querer igual, sino que simplemente querremos a cada uno de ellos de maneras diferentes porque son personas diferentes.

Es curioso que partamos de la idea de quererlos por igual, cuando ni nosotros mismos somos las mismas personas en los momentos de sus nacimientos. La vida nos transforma día a día, y, por tanto, es literalmente imposible que les demos lo mismo de nosotros mismos, porque nuestras circunstancias son diferentes y en consecuencia nosotros también.

Además, nuestros hijos nacen con un temperamento, cada uno con el suyo y, despacio, a lo largo de los días que pasan y las experiencias que viven, van desarrollando su carácter. Justamente esto ya marca una diferencia en nuestra relación, igual que su orden de nacimiento o las expectativas que tenemos hacia ellos/ellas.

Será muy diferente la llegada de un primer hijo, donde la pareja se está conociendo como persona en el rol de padre/madre, o la llegada de un segundo hijo donde hay una experiencia previa (ya sea positiva o negativa), que modulará nuestra vivencia, y a la vez, con una parte de nosotros que requerirá acompañar emocionalmente a nuestro primer hijo o hija. Ahora pasaremos a ser progenitores de más de un niño y la complejidad aumenta, puesto que las relaciones no son unidireccionales ni simples y se ponen en juego múltiples factores.

El hecho de tener un hermano/a nos aporta ciertos aprendizajes que de otra manera no se darían a la vida: aprendemos a situarnos en el lugar que ocupamos dentro de la familia, vivimos experiencias de rivalidad, nos manejamos con la agresividad, compartimos el amor de nuestros padres, y también vivimos momentos de complicidad.

Uno de los aspectos que más preocupa a la llegada de un hijo o hija, es los celos entre hermanos/as. Hay que entender que la visión de los progenitores sobre la llegada de un hijo o hija, será diferente a la de nuestros hijos. Para empezar, la decisión de que aparezca una nueva persona en la familia es una decisión tomada por los padres, y no por los niños, y pueden necesitar tiempo para adaptarse a esta nueva realidad, que no han escogido. Es por eso que habrá que ir anticipando en la medida de lo posible, adaptándonos a la capacidad de comprensión de cada edad y etapa evolutiva.

¿Qué podemos hacer como padres en el acompañamiento de nuestro hijo o hija para favorecer el bienestar de toda la familia?

Os recomendamos algunos libros que os podrán acompañar en la vivencia del embarazo, como “La Laura i la panxa de la mare[1] i “La Laura té un germanet[2]

Consideramos relevante algunas ideas que os pueden servir de guía en este camino:

  • Respetar el lugar y el rol de cada cual dentro de la familia.
  • Implicar a todos los miembros de la familia en actividades alentadoras, por ejemplo, pidiendo al hijo mayor que nos ayude a elegir ropa para el bebé o en la compra de enseres que necesite.
  • Escuchar y estar atentos a las señales que nuestros hijos expresan respecto a las emociones que sienten: dar un lugar y un espacio para atenderlas de manera amorosa.
  • Acoger tanto los miedos como las alegrías y todas las emociones que aparezcan, para poder captar el mensaje que nos traen y satisfacer aquella necesidad que aflora.
  • Evitar las comparaciones entre hermanos, puesto que esto favorecerá la rivalidad.
  • Disponer de un tiempo exclusivo, genuino e individual con cada uno de nuestros hijos, donde nuestra atención sea plena hacia él/ella.
  • Aceptar y acompañar los pequeños retrocesos o regresiones que nuestro hijo mayor pueda tener, entendiendo que es la manera que tiene de poder comprobar que los padres todavía lo quieren y tiene su atención.
  • Disponer de un espacio de pareja para revisar nuestros roles como padres y para comunicar todo el relativo a la crianza.

¡Recordar que vuestros hijos necesitan anticipar los cambios y sentir que continuáis estando disponibles por ellos y continúan siendo parte importante dentro de la familia!

Un articulo de:

Rebeca López.

Psicóloga y terapeuta familiar. Técnica del Programa Komtü.

 

[1] La Laura i la panxa de la mare. Liesbet Slegers (Autor, Ilustrador), Xavier Hernàndez Malo (Traductor).Editorial‏ : ‎ Edicions Baula; N.º: 5 edició (15 març 2013). ISBN-10 : ‎ 8447912647. ISBN-13 ‏ : ‎ 978-8447912643.

[2] La Laura té un germanet. Liesbet Slegers (Autor, Ilustrador), Xavier Hernàndez Malo (Traductor).Editorial: ‎ Edicions Baula; N.º: 5 edició (15 març 2013). ISBN-10 ‏ : ‎ 8447912655. ISBN-13 ‏ : ‎ 978-8447912650.