8 evidencias que relacionan el deporte con el bienestar emocional
Correr arriba y abajo, saltar por todas partes, nadar en la playa o ir en bicicleta largas tardes de verano. Seguramente, todos y todas tenemos recuerdos divertidos de la niñez relacionados con una, dos o quizás muchas de estas actividades y recordamos estos momentos como instantes de juego, de alegría, de gozo y bienestar en compañía de nuestras amistades.
Y a veces, a medida que nos hacemos adultos, algunas de estas actividades dan paso a los estudios, a las obligaciones laborales o, incluso, al tiempo de ocio mirando una serie en la infinidad de plataformas digitales. Y aquello que hemos escuchado a menudo de “hacer deporte mejora nuestra salud, no solo física sino también emocional”, lo dejamos para más adelante.
Para animarte a practicar deporte, y que la pereza no gane la partida, te compartimos 8 evidencias que relacionan el deporte con el bienestar emocional.
1. La práctica deportiva mejora nuestro estado de ánimo.
Está comprobado que llevar a cabo una actividad física regular, adecuada a nuestro estado de salud física, mejora la calidad de vida y la percepción de bienestar general. Y esto es por el hecho de que, con la actividad física, nuestro cuerpo genera cuatro hormonas que se conocen como «el cuarteto de la felicidad»: serotonina, endorfina, oxitocina y dopamina.
2. La serotonina mejora la autoestima y la confianza.
Mientras practicamos deporte, segregamos la hormona de la serotonina, que implica superar los retos que nos proponemos. Además, si el deporte se hace en compañía, supone formar parte de un grupo con quien nos identificamos.
3. Las endorfinas funcionan en el cerebro como un analgésico natural.
Al practicar deporte, generamos más cantidad de endorfinas, que posteriormente propician un estado de relajación, y nos ayudan a hacer frente a posibles situaciones que nos generen estados de estrés o de miedo.
4. La dopamina es el neurotransmisor del placer por excelencia.
Y pocas explicaciones más hacen falta si nos preguntamos: ¿quién no ha sentido placer después de pasárselo bien practicando aquel deporte que tanto le gusta? Y es que nuestro cerebro segrega dopamina cuando algo nos estimula o nos hace sentir bien.
5. La oxitocina equilibra los vínculos emocionales y afectivos.
No solo cuando damos un abrazo a nuestro hijo o hija o a alguien querido, segregamos la famosa oxitocina, sino que con la práctica deportiva compartida se establecen relaciones que favorecen la creación de esta hormona, que ayuda a equilibrar los vínculos emocionales y afectivos.
6. Hacer deporte mejora nuestra condición física general.
Aparte de todas estas explicaciones más de cariz neurobiológico, es indudable que hacer deporte mejora nuestra condición física general que, a la vez, disminuye la probabilidad de sufrir estrés, ansiedad y ayuda a prevenir otros tipos de desregulaciones en el estado de ánimo. Hay estudios que han demostrado una relación directa entre la práctica deportiva y la reducción en el consumo de fármacos.
7. El deporte fomenta la comunicación interpersonal y intrapersonal.
La comunicación intrapersonal es una comunicación con nosotros mismos/as. Y es que la práctica deportiva nos ayuda a conocernos mejor, a superar los retos que nos proponemos, a pensar en nuestras capacidades y habilidades y, de rebote, aumentar nuestra autoestima.
8. La práctica deportiva promueve las relaciones sociales.
La última evidencia es que hacer deporte nos rodea de personas que también lo practican, con hábitos saludables. Además, nos permite fomentar las relaciones sociales y acabar con un «tercer tiempo» rodeados de nuestras amistades.
Y tú, ¿lo dejas para mañana o empiezas hoy mismo?
Un artículo de:
Psicólogo y educador social. Técnico del Programa Komtü.
Referencias bibliográficas
Gómez-Zorita,S.,& Urdampilleta,A. (2013) Influencia de la dieta y la actividad físico-deportiva sobre el efecto de los fármacos. Facultad de Farmacia. Universidad del País Vasco (UPV-EHU)
León, F. J. G., Giménez, M. L., Bernalte, A., Dávila, J., & Cordeiro, J. A. Una aproximación desde la psicología de la salud. Grupo investigador en Psicología de la Salud. Universidad de Cádiz (UCA). Pai- 386-cts.
La importancia de la comunión interdisciplinar
Las escuelas tienen al niño, al alumnado, como objetivo final de su intervención educativa, tanto en la vertiente social (emocional, relacional…) como en la de aprendizaje. Como bien sabemos, para que haya un buen aprendizaje académico, se tiene que producir un buen acompañamiento emocional.
Si el niño/a tiene las necesidades vitales cubiertas (y sentirse querido, valorado, comprendido, es una necesidad vital), entonces está mucho más abierto a cualquier experiencia del entorno, al aprendizaje.
¿Qué profesionales intervienen en el aprendizaje?
Hay muchos profesionales que trabajan alrededor de un escolar. Nos encontramos a maestros, psicólogos/as, psicopedagogos/as, logopedas, trabajadores/as sociales, técnicos/as de integración social, monitores/as, educadores/as sociales, psiquiatras… (seguro que me dejo alguna categoría profesional, pido disculpas por adelantado, pero es que hay muchas).
Si queremos que el niño/a sienta que es el centro de nuestra tarea educativa, tenemos que conseguir que todas estas categorías profesionales no sean un sumatorio (multi-disciplinas), sino que se conviertan en un ente disciplinario más global, con conexión de todas las miradas profesionales (inter-disciplinas).
Por eso, es determinante desde qué posición me coloco con las otras profesiones, cómo me interrelaciono, para acompañar al máximo al niño/a, a través de la comunión desde todas las disciplinas.
La batalla de los “egos” profesionales
Muchas veces, nos encontramos con compañeros/as que tienen una mirada abierta hacia otras disciplinas, pero también nos hemos cruzado con otras personas que se muestran más cerradas, menos receptivas al que pueden aportar otras disciplinas.
Y aquí es donde aparecen los “egos” profesionales: la batalla entre saber qué necesita el niño, contra lo que cree u opina un/a otro/a profesional.
Tener la sensación de “yo sé qué le pasa a este niño/a, si hacemos lo que propongo, seguramente, estará mejor”, es normal. Este “ego” profesional denota claridad de ideas, seguridad hacia mi disciplina… Podemos decir que es saludable un pensamiento de este estilo.
Por otro lado, es posible que este “ego” acabe generando superioridad con otros compañeros/se, del estilo “yo sí que sé qué necesita. Tú estás errado”.
Es una frase contundente, pero que puede ser un pensamiento interno que nos acompañe y – lógicamente – genere una actitud defensiva hacia otros profesionales. Porque, aunque lo queramos disimular, un pensamiento de este estilo se acaba transmitiendo en la relación profesional, y ya no es tan beneficioso para el niño.
¿Cómo evitar la confrontación interdisciplinar?
¿Te has encontrado alguna vez con un/a compañero/a – es igual de qué disciplina – que siempre cree que tiene la respuesta correcta y siempre sabe qué necesita el alumno/a o su familia? ¿Y si te sales de su “visión”, si la cuestionas, entras en una dialéctica poco productiva?
Tratar con estos compañeros/as profesionales es más cansado que con el alumnado, el cual saldrá perjudicado, y no avanzará como lo podría hacer, porque la energía la ponemos más en nosotros, en nuestra lucha, que en el niño/a o la familia.
Y cuando pasa esto, cuando se da esta confrontación interdisciplinar, no dejamos nuestra posición profesional, sino que internamente nos enrocamos en nuestras ideas y las llevamos a cabo con más ímpetu que antes.
A menudo, en los encuentros con los claustros, les digo que, para estar en sintonía interna con nosotros mismos/se, es importante que nos escuchemos a nivel físico, emocional y cognitivo.
Poder observar cómo estoy en los tres niveles, tomar conciencia, me regularme y poder estar por el niño/a y por la clase de una forma más neutra.
De forma simbólica, les digo que den un paso atrás o que se levanten de la silla, dejando en ella esa sensación física, esa emoción, ese pensamiento que les “distrae” de la relación con el alumnado. Ponerlo fuera de mí, sentir que me distancio un momento, me permite internamente regularlo y estar por los otros desde un lugar más presente.
Así, con “el ego” profesional, con el pensamiento de “yo sé qué se tiene que hacer” podríamos hacer algo similar. Dejarlo fuera o en la silla, y relacionarme con los/las profesionales con la mente abierta, en beneficio del niño.
Solo desde una relación verdadera, sin trampas y con escucha activa, estaremos en disposición de legitimar el otro/a. Así, seguro que conseguimos un espacio de transformación, donde todas las disciplinas son bienvenidas.
De este modo, cada profesional, desde su especialidad, podrá aportar su visión, con el objetivo de sumar y no competir, y con el propósito de generar espacios comunes de unión y construcción.
Con un tono de humor, pero a la vez autorreflexivo, te invito a que contestes a la siguiente pregunta:
- Y tú, ¿qué posicionamiento ocupas: sumas o compites?
La respuesta: dejo que cadauno/a se conteste desde la sinceridad, a sabiendas de qué es lo que tenemos que hacer para poner al niño en el centro de nuestra actuación ?
Un artículo de:
Carles Bosch.
Psicólogo y terapeuta familiar. Técnico del Programa Komtü.
¿Cómo mejorar la alimentación y el aprendizaje de los niños?
Quizás te preguntarás: ¿qué hace un programa de acompañamiento emocional hablante sobre alimentación? Pues, ¡lo descubrimos!
La importancia de la alimentación
La alimentación es un proceso que nos acompaña a lo largo de la vida, a través del cual obtenemos los nutrientes que nos permiten cubrir los requerimientos de nuestro cuerpo, obtener bienestar y mantener nuestra salud en forma.
Un estudio, publicado en la Revista Europea de Epidemiología (1), observó los patrones alimentarios de más de 7.000 niños desde su nacimiento hasta los ocho años y concluyó que la comida que toman los niños afecta a la función cerebral a largo plazo.
El estudio muestra que los niños que toman una dieta rica en nutrientes, incluyendo gran cantidad de frutas y verduras, logran un coeficiente intelectual más alto que aquellos que consumen alimentos procesados, altos en grasas y azúcar.
¿Cómo afecta la alimentación a los niños?
El cerebro crece más rápidamente en los primeros años de vida, y continúa su desarrollo en la adolescencia. Por eso, es importante que los niños y niñas de todas las edades consuman una dieta rica en nutrientes que garantice su correcto crecimiento y desarrollo, tanto físico como intelectual.
De hecho, este camino se inicia durante la lactancia materna. Si las madres escogen una dieta rica en nutrientes, contribuyen al desarrollo cognitivo y a la salud en general.
Y es que los bebés alimentados con lactancia materna exclusiva durante al menos seis meses, presentan un coeficiente intelectual más alto que el resto. Una dieta que incluye una gran proporción de leche materna también está relacionada con un volumen cerebral más grande en la adolescencia. Esto es debido al DHA (ácido docosahexaenoico) que contiene la leche materna, puesto que el DHA es el principal componente de las membranas de las células cerebrales.
La leche materna no es solo una importante fuente de DHA, sino que proporciona otros nutrientes esenciales para el desarrollo cerebral, y mejora el sistema inmune, el respiratorio y la salud en la infancia
Después de la introducción de alimentos sólidos, un mayor consumo de frutas y verduras se asocia con un coeficiente intelectual más alto y mejores habilidades de la memoria cuando los niños llegan a los 4 años. En los niños y niñas en edad escolar, la deficiencia de vitaminas y minerales, así como la ingesta de alimentos que hacen subir el colesterol (grasas saturadas, por ejemplo) están ligados a la disminución de la inteligencia y al bajo rendimiento académico.
La nutrición y la hidratación son fundamentales para el aprendizaje. Nuestros niños necesitan todos los componentes básicos de una buena nutrición: proteínas, carbohidratos y grasas. Si les proporcionamos los alimentos adecuados, estos impulsarán el cerebro. En cambio, los hidratos de carbono simples y los alimentos refinados causarán subidas de azúcar, carencia de atención y concentración.
Si pensamos en el acto de comer, ¿qué imagen te viene a la cabeza?
Seguramente, aparecen recuerdos con connotaciones sociales y afectivas. Comer puede ser un acto para disfrutar, puede ser un símbolo cultural y religioso, puede ser un momento para compartir y celebrar… Pero también puede ser un acto medioambiental y reivindicativo: la evidencia científica muestra que las emisiones de gases de efecto invernadero (GEH) dependen, en gran parte, de los procesos generados durante la obtención de los alimentos.
Para mitigar el cambio climático, cada uno de nosotros podemos contribuir a reducir las emisiones relacionadas con los alimentos, modificando los hábitos alimentarios. ¿Cómo?
Las recomendaciones para reducir las emisiones de GEH incluyen menos consumo de carne y productos lácteos, y más vegetales frescos de producción local, de venta de proximidad y de temporada.
Entonces, si reflexionamos sobre la educación de los niños, ¿qué tipo de ciudadano nos gustaría educar? ¿Uno que solo piense en comer aquello que le gusta, o uno que sea capaz de elegir aquello que será beneficioso para su organismo y para el planeta?
¿Cómo comen los niños, actualmente?
Los datos recogidos recientemente en encuestas de nuestro entorno (2) muestran que los niños hacen unas ingestas muy bajas de hortalizas, frutas y legumbres, y unas ingestas bajas de cereales integrales (pan, arroz, pasta, etc.).
En cambio, hacen una ingesta muy elevada de carnes y derivados, y también un excesivo consumo de productos ultraprocesados con un elevado contenido en sal, grasas no saludables y azúcares añadidos, así como una elevada utilización de envases y plásticos.
¿Por qué las autoridades sanitarias proponen disminuir los azúcares refinados?
Un exceso de azúcar refinado puede conducir a la resistencia a la insulina. Esto significa que el cuerpo no es capaz de utilizar la hormona insulina de manera eficiente para el transporte de azúcar o glucosa de la sangre a los tejidos.
La resistencia a la insulina puede producir un daño a las células cerebrales, puesto que el cerebro requiere grandes cantidades de glucosa para funcionar y, si hay esta resistencia, quedaría privado de nutrientes.
¿Cómo podemos evitarlo?
Para ayudar a equilibrar los niveles de azúcar en la sangre, en lugar de alimentos con azúcar o almidón procesados, podemos comer carbohidratos más complejos, como por ejemplo cereales integrales, verduras, legumbres y frutas.
Pero… ¿y qué son los “temidos ultraprocesados”? ¿Los podemos evitar?
Son formulaciones de varios ingredientes (normalmente más de 5), elaborados casi siempre a través de procesos industriales. Además de sal, azúcar, aceites y grasas, contienen sustancias y aditivos que, aunque son seguros, sirven únicamente para potenciar o modificar los gustos. Se acompañan de embalajes atractivos y sofisticados que llaman la atención de nuestros niños.
En esta categoría se incluyen bebidas carbonatadas, azucaradas y energéticas; aperitivos salados y azucarados; bollería, pastelería, galletas y cereales para el desayuno; grasas untables (margarinas), yogures de frutas y postres lácticos; platos precocinados y preparados alimentarios a base de quesos; y cárnicos procesados como, por ejemplo, salchichas, hamburguesas, embutidos, etc.
10 consejos para mejorar la alimentación y el aprendizaje de los niños
Para acabar, ¿cómo podemos mejorar la alimentación y, por lo tanto, el aprendizaje y desarrollo de los más pequeños?
1. Planifica la alimentación semanal.
Siguiendo horarios regulares en las comidas y evitando la improvisación.
2. Basa la alimentación de la familia en alimentos de origen vegetal.
Como, por ejemplo frutas, hortalizas, aceite de oliva, pan integral, pastas, legumbres, etc., y limita los alimentos de origen animal, seleccionando los bajos en grasas y poco procesados.
3. Sé su espejo: La familia es el principal referente, también para la alimentación.
Si tomas frutas y hortalizas variadas diariamente, tus hijos e hijas también acabarán haciéndolo. Aunque pueden rechazar algunas, ten paciencia y ofrécelas en diferentes ocasiones y con diferentes preparaciones porque las acepten. ¡Están en constante transformación!
4. Utiliza las hortalizas a la comida y a la cena como ingredientes principales o en guarniciones; y las frutas por almuerzo, a los postres o entre horas.
Cuantos más colores haya, mejor, puesto que cada color de los alimentos ofrece una amplia gama de vitaminas, minerales y fitonutrientes que nos ayudan a luchar contra el envejecimiento y las enfermedades crónicas, además de ser buenos para los sistemas cardiovasculares e inmunológicos.
5. Ofrece las frutas enteras en lugar de zumos o batidos.
Si elegimos zumos, naturales o comerciales, mejor no pasar de un vaso pequeño al día. Los efectos metabólicos de la fruta no son iguales ni equiparables a los que ejercen los azúcares de los zumos, puesto que se ingieren más rápidamente que la fruta sin exprimir. Tampoco estamos estimulando la masticación y eliminamos gran parte de la fibra. Hay datos que relacionan el consumo de zumos de fruta con riesgo de sufrir caries dental.
6. «No los compres, ¡que te los comerás!”.
Evita tener en casa alimentos ricos en azúcar, en grasas poco saludables o muy salados, como, por ejemplo, pastelería, bebidas azucaradas, néctares y otras bebidas a base de frutas, comer rápido, aperitivos fritos, etc. Procura tener siempre al alcance alimentos saludables como, por ejemplo, fruta, frutos secos, hortalizas (zanahorias, tomates cherry…).
7. Establece el agua como bebida habitual durante las comidas y a lo largo del día.
No la sustituyas por otras bebidas, como refrescos o zumos. Evita las “bebidas energéticas”, ya que tienen un alto contenido en cafeína (aportan más de 15 miligramos de esta sustancia por 100 mililitros de bebida). El Reglamento (UE) 1169/2011 obliga a incluir la siguiente mención en el etiquetado de bebidas con alto contenido en cafeína «Contenido elevado de cafeína: No recomendado para niños ni mujeres embarazadas o en periodo de lactancia».
“Las bebidas energéticas con azúcares” pueden contribuir a exceder la ingesta diaria recomendada de azúcares simples (50 g en el día según la recomendación de la OMS), puesto que una lata de 250 ml aporta entre 27,5 g y 30 g. Un consumo excesivo de cafeína puede provocar efectos fisiológicos no deseados como, por ejemplo, la alteración del sueño, tanto en el tiempo de conciliación como en la duración; efectos psicológicos y alteración del comportamiento, así como trastornos cardiovasculares. Estos efectos son comunes a otros alimentos que contengan cafeína: café, té, chocolate, guaraná, etcétera.
8. No utilices los alimentos como castigo o premio.
Intenta transmitir a los niños los valores positivos que aportan los alimentos: color, variedad, sabor, estacionalidad, sostenibilidad, etc.
9. Recupera las recetas tradicionales de la dieta mediterránea.
Especialmente las que incluyen legumbres, peces, frutos secos, huevos y hortalizas.
10. Haz que tus hijos e hijas participen en la compra, la planificación y la elaboración de las comidas.
De esta forma, aceptarán más fácilmente los alimentos y las recetas que cocináis en casa.
En conclusión, si cuidamos la alimentación de nuestros niños, estaremos favoreciendo su desarrollo cerebral y su capacidad de aprendizaje. Además, proporcionando alimentos saludables, contribuiremos a un crecimiento saludable, responsable y con un menor impacto ambiental.
Un artículo de:
Rebeca López.
Psicóloga y terapeuta familiar. Técnica del Programa Komtü.
Bibliografía
- (1) Lisa G. Smithers, Rebecca K. Golley, Murthy N. Mittinty, Laima Brazionis, Kate Northstone, Pauline Emmett, John W. Lynch. Los patrones dietéticos a los 6, 15 y 24 meses de edad se asocian con el coeficiente intelectual a los 8 años . Revista Europea de Epidemiología , 2012; 27 (7): 525 DOI: 10.1007/s10654-012-9715-5
- L’alimentació saludable en l’etapa escolar. Guia per a famílies i escoles. (gencat.cat)
- Alimentació saludable per a infants i joves. Agència de Salut Pública de Catalunya (ASPCAT) (gencat.cat)
- Departament de Salut. Generalitat de Catalunya. Enquesta de Salut de Catalunya (ESCA), 2017. Disponible a: http://salutweb.gencat.cat/ca/el_departament/estadistiques_sanitaries/enquestes/esca/
- (2) Ministerio de Sanidad, Consumo y Bienestar Social. Encuesta Nacional de Alimentación en la Población Infantil y Adolescente (ENALIA), 2016. Disponible a: aecosan.msssi.gob.es/AECOSAN/web/seguridad_alimentaria/subdetalle/enalia.htm
¿Qué son las prácticas restaurativas y qué aportan a la educación emocional?
En los últimos años, y cada vez más, oímos hablar de las prácticas restaurativas. Pero, ¿qué son realmente estas prácticas?
En el fondo no son más que una serie de herramientas, recursos y, sobre todo, maneras de entender el conflicto (como una oportunidad) y formas de abordarlo (desde el respeto, el cuidado de las partes implicadas y desde una triple mirada de prevención, detección y actuación).
Hoy os propongo poner el foco en la mediación como práctica escolar que nos permitirá un mejor acompañamiento emocional y que, a la vez, facilita el desarrollo de habilidades, estrategias y herramientas para abordar el conflicto del alumnado que participa.
La mediación en el marco escolar
Esta es sin duda una herramienta muy interesante, tanto para gestionar conflictos presentes como para prevenir los futuros, pero también es una vía excelente para poner en juego aspectos fundamentales de la educación emocional.
Mediación escolar y educación emocional van de la mano desde el momento en el que se visualiza el conflicto como una ocasión educativa, de formación y de crecimiento personal. Ambas se retroalimentan y se fortalecen mutuamente a través de la vivencia porque, de hecho, la mediación implica poner en el tablero de juego muchas de las competencias que se potencian desde la educación emocional.
¿Qué aporta la mediación a la educación emocional?
Podríamos pensar que para hacer una mediación basta con conocer las fases y el planteamiento. No debe ser tan complicado, ¿verdad? Al final, si los dos agentes en conflicto están sentados en la misma mesa, será que ya están dispuestos a llegar a un acuerdo, ¿no? Los mediadores plantean 4 preguntas, dejamos que los mediatos se escuchen y las propuestas irán surgiendo…
Pero, esto no funciona así.
Formarse como mediador va mucho más allá de aprender una técnica. Implica formarse como persona y diría que, sobre todo, implica crecimiento emocional.
Formar parte de una mediación, como mediato, implica mucho más que exponer los propios puntos de vista. Implica levantar la mirada para ver al otro y buscar nuevas formas de comunicación y relación que nos ayuden a encontrar una solución válida para todos.
Vamos a ver algunas de las aportaciones de la mediación a la educación emocional:
La mediación potencia que se integren unos patrones de comunicación asertiva
El estilo comunicativo influye en el origen, desarrollo y gestión de un conflicto. Probablemente, unos mediadores con un estilo agresivo añadirían más leña al fuego, i unos mediatos pasivos difícilmente lograrían un acuerdo satisfactorio para todos.
La mediación requiere unos canales, forma y estructura de comunicación adecuados para que el proceso fluya. Este es, pues, un requisito indispensable en cualquier buen mediador, que no solo tendrá que aplicarlo en primera persona, sino que tendrá que facilitar el entorno para que todos los implicados respeten esta necesidad.
La mediación mejora la conciencia emocional
Las emociones forman parte del conflicto. Un buen mediador no solo no las puede ignorar, sino que tiene que aprender a abrazarlas desde la no implicación y el respeto. No es sencillo, requiere práctica.
El primer paso es saberlas identificar adecuadamente. Porque, a menudo, conjuntamente con la emoción mostrada, coexisten otras emociones no expresadas que nos ayudan a comprender el conflicto con mayor amplitud y profundidad.
En este punto, el mediador es también un facilitador en el proceso de conciencia emocional de los mediatos.
La mediación ejercita la empatía
La mediación requiere ponerse en el lugar del otro. Sin perder de vista las necesidades propias, hay que tener en cuenta al otro para poder llegar a un acuerdo mutuamente beneficioso. Hay que ponerse en sus zapatos, comprender (no necesariamente compartir) sus emociones y motivos.
Este es sin duda un gran ejercicio de empatía sin el cual la mediación sería imposible.
La mediación favorece la regulación emocional de todos los implicados
El mediador vive una situación compleja a lo largo del proceso. Por un lado, tiene que animar a los mediatos a que expongan y compartan sus emociones. A la vez, tiene que gestionar sus propias emociones para que estas no interfieran en el proceso, procurando no inundarse de las emociones de los mediatos.
Los mediatos, por su parte, tienen que regular adecuadamente sus emociones para permitir que estas, estando presentes en el proceso, no lo eclipsen.
La mediación facilita la responsabilidad individual y la proactividad
En la mediación, el conflicto no está en el foco, sino que, en todo momento, mediador y mediatos mantienen la mirada en un objetivo común: encontrar una solución satisfactoria para todas las partes.
El mediador facilita que se pueda ver el conflicto como aquello que nos ha llevado aquí, y que los mediatos se puedan plantear: a partir de aquí y dada la adversidad, ¿qué puedo hacer para cambiarlo? ¿Qué puedo aportar?
Conclusiones
La mediación aporta mucho más que una estructura en la gestión del conflicto. Aporta un bien que en Educación Emocional es muy importante: la vivencia.
A través de esta vivencia, los agentes implicados pueden poner en juego y transferir aprendizajes y competencias que, de otra forma, podrían quedar en simples palabras. Por lo tanto, la mediación ayuda a dar forma, a regar y hacer crecer esta semilla que pone la educación emocional en cada una de las actividades realizadas.
Juguetes para favorecer el bienestar emocional de los niños
En esta época del año es habitual regalar juguetes a nuestros hijos o a algún niño de nuestra familia. Saber que van a recibir regalos, les genera ilusión pero también es normal que estén más nerviosos de lo habitual.
Los juguetes, además de ser divertidos, pueden ser un factor determinante para el desarrollo de los niños. Para ayudaros a que vuestros regalos puedan ser a la vez divertidos y ayudar al desarrollo de los niños, el equipo de psicólogos y terapeutas del Programa Komtü ha preparado un listado de juguetes que ayudan a favorecer el bienestar emocional de los niños.
Juguetes para favorecer el bienestar emocional de los niños
5 claves para favorecer buenas relaciones sociales
Quizás alguna vez, después de un día duro en el trabajo o de una discusión con la pareja, has pensado… ¡qué bien estaría yo solo ahora mismo en una isla desierta! Pero imagínate por un momento que el deseo se hace realidad. ¿Cuánto tiempo estarías dispuesto a estar sin tu pareja, familia, hijos, amigos o compañeros de trabajo? Quizás la respuesta sería que no mucho tiempo.
Seguramente, en alguna ocasión has escuchado la cita de Aristóteles «El hombre es un ser social por naturaleza«. Y es que ya desde la Antigua Grecia, o quizás mucho antes, se ha considerado que somos seres sociales, que la relación con los demás es fundamental para poder vivir. Y no sólo eso, sino que sabemos que nos desarrollamos, ya desde de pequeños, a partir de las relaciones que mantenemos con las personas que nos cuidan y nos rodean. Por lo tanto, poder establecer y mantener unas buenas relaciones con los demás, ya sea en la familia o con los compañeros de trabajo, nos aportará tranquilidad, bienestar y calidad de vida. Pero, ¿Qué podemos hacer para fomentar estas buenas relaciones y evitar los conflictos?

5 claves para establecer buenas relaciones con los demás
- Las emociones tienen mucho que ver con las relaciones que establecemos con los demás. A menudo, son estas las que nos empujan a movernos, a actuar de una determinada manera y no de otra. Las personas somos sensibles a los cambios emocionales que se producen en nosotros mismos y en las personas que nos rodean . Por lo tanto, una buena observación, reconocimiento y expresión de estas emociones nos podrá ser de mucha utilidad para comprendernos y comprender al otro.
- La comunicación. Qué quiero comunicar, de qué manera quiero hacerlo, dónde lo haré, en qué momento, a quién quiero hacer saber algo… Pensar previamente en estas cuestiones antes de comunicarnos es muy importante para poder establecer buenas relaciones con los demás. Pero no sólo eso, sino que es necesario saber que es tan importante nuestro lenguaje verbal como el no verbal. Lo que comunicamos a los demás a partir de nuestros gestos, miradas, movimientos, tono de voz, etc. tiene un impacto y un peso tan o más importante que las palabras que utilizamos.
- La escucha. Tan importante es hablar como saber escuchar. A veces hay que practicar ponernos en “modo avión” con los demás. Cuando estamos con nuestra pareja, con nuestros hijos o un buen amigo, y nos está explicando algún hecho importante, es necesario poner toda nuestra presencia y escuchar activamente lo que nos está compartiendo, dando un espacio de calidad en la relación. El “modo avión” de nuestro aparato móvil detiene la transmisión y recepción de datos, y para nosotros sería dejar por un momento de lado lo que muchas veces nos desconecta, como es la carga de trabajo, la discusión que he tenido esta mañana o los quebraderos de cabeza, y conectarnos de manera singular con la persona con la que nos estamos relacionando.
- Las suposiciones. Si alguna intención o algo que no sabemos del otro nos genera cierta inquietud, angustia o malestar, podemos hacer dos cosas: hacer suposiciones y arriesgarnos a malentendidos o preguntar por lo que desconocemos para aclarar y evitar de esta manera las suposiciones. Poder establecer una relación con los demás basada en la confianza y transparencia nos ayudará a crear vínculos más positivos, nos ayudará a evitar malentendidos y, al fin y al cabo, nos ayudará a estar mejor con los otros.
- Las acciones. No siempre todo lo que recibimos de las otras personas nos gusta. Es importante poder hacer saber lo que nos gustaría o que deseamos del otro, y también poder expresar lo que nos genera malestar. Sin embargo, a la hora de comunicarlo es importante poder diferenciar la acción concreta de la persona. Y es que no es lo mismo decir «no me ha gustado cómo me has hablado» que decir «eres un maleducado/a«. Si debemos ser críticos, es importante hacerlo respecto a las acciones y no respecto a la persona.
La emoción de la música. Beneficios sobre la salud física y emocional.
Todo el mundo sabe que la música desencadena reacciones que nos pueden llevar a modular nuestro estado de ánimo. ¿Quién no ha movido el cuerpo al ritmo de rock o bachata, o no se ha dejado acunar por la cadencia de un solo de piano o violonchelo? ¿Verdad que tenemos muy claro cuáles son las canciones de la banda sonora de nuestra vida, y sólo rememorarlas ya se nos pone una sonrisa de oreja a oreja?
Tal es la fuerza de la música que sólo necesita un par de compases para que el cerebro viaje por nuestros recuerdos autobiográficos: aquella canción nos recuerda a una persona en particular, o una época determinada de nuestra vida, generándonos automática y inevitablemente un torrente de recuerdos asociados a emociones como la alegría, tristeza, melancolía...
Pero además, la neurociencia, a través de varios estudios, ha demostrado que la música activa un lenguaje emocional (interno y social) más eficaz que las palabras. Escuchar música relajante o interpretarla libera endorfinas, las conocidas como las hormonas del placer, regula nuestra respiración, ritmo cardíaco y pulso, generando un estado similar al de los ejercicios de respiración del yoga.
LA MÚSICA PRODUCE BENEFICIOS SOBRE LA SALUD
Escuchar o interpretar música en compañía, aparte de la experiencia colectiva del arte y la belleza, produce unos beneficios asombrosos sobre la salud física y mental. Éste es uno de los motivos por los que cada vez más psicólogos recomendamos a los pacientes la práctica musical, en especial el canto coral. Al cantar varias voces una misma melodía, se ha confirmado que influye positivamente en la bioquímica de nuestro cerebro y, a través de éste, como órgano rector del cuerpo, influye en el bienestar general. Se sincronizan los latidos de los corazones de las personas que cantan, llegando a latir al unísono, fortalece los lazos sociales y afectivos, aumenta la empatía, la tolerancia y la diversión necesarias para la convivencia en armonía.
TRABAJAMOS LA MÚSICA Y LAS EMOCIONES CON LOS NIÑOS
Desde esta premisa, el programa Komtü y el Liceu unieron sinergias con las fortalezas de cada proyecto, las emociones y la música, poniendo en marcha un proyecto colaborativo que tiene como principal objetivo generar acciones para acompañar emocionalmente a los niños a través de la experiencia compartida de la música.
Éste es el segundo curso en el que niños y mayores podemos disfrutar de esta experiencia de aprendizaje transversal. Las escuelas Komtü de segundo año (CEIP Marinada, CEIP Edumar y CEIP Mestre Morera) en colaboración con profesionales del Gran Teatro del Liceu, llevan a cabo acciones en el aula, en tutoría y en el espacio de música de cada centro educativo, poniendo en conexión las músicas que escuchan con las emociones que experimentan individual y colectivamente. Todo este trabajo llegará a su punto álgido con el concierto en el Liceo de La Cocina de Rossini para primaria y La Barcarola para educación infantil.
Los resultados esperados de este proyecto en los niños son múltiples, y van desde una mejora en la expresión de las emociones, atención y memoria, a un incremento de las habilidades sociales y la cohesión del aula, y todo esto , en un ambiente de creatividad, disfrute y bienestar.
RECOMENDACIÓN PARA FAMILIAS
Y para finalizar, una recomendación. Vivimos y hacemos vivir la música con nuestros hijos e hijas, escuchamos canciones en casa, en el coche, donde sea. Relajémonos, cantemos, bailemos, vibremos juntos. Estos ratos compartidos con intensidad y alegría con nuestros hijos entrarán a formar parte de la banda sonora de sus vidas. Y como legado familiar, ¡esto no tiene precio!
Un artículo de:
Psicóloga y terapeuta familiar. Técnica del Programa Komtü.
Aprender a gestionar las emociones con escape rooms educativos
Desde el Programa Komtü ayudamos a los centros de educación infantil y primaria a mejorar el bienestar emocional y relaciones de sus alumnos. Trabajamos mayoritariamente con los adultos, tanto profesionales de la escuela como familias.
Durante este mes de noviembre, desde el programa Komtü estamos implementando distintos Escape Room para mejorar la gestión de las emociones y el trabajo en equipo. Estas actividades las estamos realizando con la colaboración del equipo de Escape Room Escoles.
¿Qué es un Escape Room?
Un escape room, o juego de escape, es una actividad grupal que consiste en superar diferentes pruebas o enigmas en un tiempo determinado, para conseguir salir de una habitación o resolver un problema.
Los escape rooms educativos permiten mejorar el aprendizaje de los niños a través de una experiencia de ocio. Por ejemplo, el trabajo en equipo, la gestión de las emociones, la resolución de conflictos, entre otros.
Trabajar las emociones a través de un Escape Room
Hemos realizado diferentes escape rooms donde se plantea a los alumnos un reto que deben resolver trabajando en pequeños grupos de forma colaborativa. Los más pequeños deben conseguir las páginas de un libro que se han perdido resolviendo diferentes enigmas. En cambio, los mayores deben conseguir diferentes pociones para crear un antídoto que permita que los habitantes de un país lejano recuperen sus emociones.
Antes de que los niños pasen a la acción, generamos un espacio de diálogo y conversación en torno a las emociones básicas adaptado a la edad de los participantes. Les lanzamos algunas preguntas sobre cómo entienden las emociones, cómo las expresan, qué recursos tienen para gestionarlas...
La experiencia y respuesta de los niños está resultando muy positiva. A través de esta actividad los niños se divierten y aprenden, reflexionando, expresando y gestionando sus emociones, a la vez que ponen en juego competencias y valores como son el trabajo en equipo, el diálogo o la escucha activa.
Cuentos para hablar del duelo y la muerte con los niños
El día de Todos los Santos es un momento en el que recordamos en familia a personas queridas que ya no están. ¿Cómo hablar sobre el duelo y la muerte con los más pequeños? El equipo Komtü hemos elaborado un recopilatorio de cuentos con mensajes que nos pueden ayudar a tener cuidado del bienestar emocional de los más pequeños en el momento de abordar temas como la muerte, el dolor por el vacío o los recuerdos que nos entristecen.
Os hemos dejado los enlaces a los títulos de los cuentos. ¡Seguro que los podéis encontrar en la biblioteca o la librería más próxima!
Acompañar procesos de duelo: entre la contención y la prevención
Generalmente cuando pensamos en duelo lo asociamos a la muerte pero, en realidad, el duelo es un proceso de adaptación a una pérdida que podemos vivir en muchas situaciones distintas: por la pérdida de algo físico (la muerte de un ser querido , la pérdida de nuestra casa después de una catástrofe, la pérdida de un juguete especial…), pero también podemos sentir pérdida en muchas otras situaciones como, por ejemplo, la pérdida del arraigo (ante movimientos migratorios por ejemplo), de la seguridad (la separación de los padres, el momento de dejar el pañal o el chupete, por ejemplo) o incluso de determinadas rutinas, entre otros casos.
El duelo incluso puede darse ante algo que ansiabas y finalmente no podrás tener (por ejemplo, no poder tener hijos).
No hay un proceso normal y cerrado para el duelo
El proceso de duelo puede ser diferente de unas personas a otras, por muchas variables. Por ejemplo, en el caso de duelo ante una muerte, podríamos tener en cuenta variables como la edad de quien hace el proceso de duelo, la proximidad que teníamos con la persona fallecida, cómo se vive la muerte y la pérdida en nuestro entorno, si nuestro entorno propicia o no la expresión, si se trata de una muerte súbita o esperada, si ha habido sufrimiento, si ha visto el cuerpo y no quería verlo o si no lo ha visto y quería verlo…
¿Cómo acompañar el proceso de duelo desde las escuelas?
En la respuesta a esta pregunta está la clave de todo. Ante todo, deberíamos pararnos a pensar el marco de este acompañamiento. Hoy proponemos poner en juego dos variables.
- Recuerda que, cuando hablamos de luto, generalmente nos vendrán a la cabeza ideas relacionadas con cómo trabajar el luto ante la muerte, e incluso es posible que lo concretemos cuándo la pérdida ya ha tenido lugar o cuando sabemos que tendrá lugar (por ejemplo , en caso de enfermedades terminales). Éste, a pesar de ser el primero que nos viene a la cabeza, es tan sólo uno de los posibles escenarios. Ahora bien, el duelo es un proceso que se puede vivir ante muchas situaciones diferentes, es necesario que también los tengamos presentes y tratemos con cuidado todas estas otras situaciones.
- El proceso de duelo puede darse ante cualquier pérdida.
- Por otro lado, debemos tener presente que acompañar el proceso de duelo implicará trabajarlo desde la aceptación máxima de estos procesos: normalizando la muerte como un punto del proceso de vida, la pérdida y todas sus consecuencias. Habrá que pensar, pues, en este sentido, cómo integramos el trabajo del duelo, la pérdida y el cambio al día a día. Y en ese punto es donde justamente radica la clave del trabajo de los procesos de duelo.
- Acompañar al proceso de duelo también implica generar dinámicas relacionales y comunicativas saludables, proveer de recursos y facilitar entornos favorecedores que faciliten integrar las pérdidas.
De esta forma, podemos establecer dos líneas de trabajo:
- Determinar objetivos, acciones, dinámicas y recursos a tener en cuenta cuando se vive la pérdida y que tendrán que facilitar un proceso de duelo saludable.
- Acciones de “provención” (prevención + proveer), destinadas a generar recursos, establecer dinámicas y entornos que permitan vivir el duelo en su profundidad (sin negarlo ni evitarlo), hacerlo de la mejor forma posible y que faciliten la vuelta al bienestar después de realizar el proceso de duelo.
En resumen, cuando hablamos de acompañar el duelo, es necesario comprender la importancia de complementar el acompañamiento en momentos de necesidad con el trabajo “proventivo”. Con esta doble mirada hacia el duelo damos respuesta a las necesidades del niño y, al mismo tiempo, facilitamos el desarrollo de sus propias habilidades de dar respuesta.
Así pues, desde aquél que sea tu rol, podrías plantearte: ¿Cuál es el marco desde el que quiero acompañar el duelo?
Un articulo de:
Anna Rallo
Psicopedagoga. Técnica del Programa Komtü.
Recursos para trabajar y acompañar en el duelo a niños y niñas:
- 10 cuentos para trabajar el duelo y las pérdidas con niños.
- Actividades para trabajar el duelo en el aula.
- El duelo y la pérdida: selección de libros para leer, mirar y hablar en educación infantil y primaria.
- 25 cuentos para hablar de la muerte con los niños.
- Cuentos para trabajar el duelo, las pérdidas y los cambios.