2_Portada_Komtü_Caminant amb ulls d'infant

Caminando con ojos de niño

Una muestra de poesía:

«Els bells camins es multipliquen allà on creieu que s’acaba la carretera»

J.V.Foix

 

«Caminante, no hay camino se hace camino al andar»

A. Machado

Una muestra científica y de salud:

Andar es un ejercicio saludable con el que fortalecemos mucha de nuestra musculatura. Además, segregamos endorfinas y serotonina, que están relacionadas con el estado de ánimo, las emociones y la sensación de satisfacción.

Una muestra para los sentidos:

El olor de la tierra mojada, del musgo, de los pinos

El paisaje

La palabra compartida

Los ruidos del bosque

El pisar firme que nos arraiga

De excursión con la familia…

Preparándola ya iniciamos el descubrimiento, podemos buscar un objetivo especial, un castillo, una cueva, un salto de agua, un árbol gigante y, así, la excursión tomará un aire de exploración y de aventura que nos animará a todos, sobre todo si hay niños.

Cuando empezamos a caminar, cada uno hace su proceso, el niño se mira los pies, y piensa: ¿podré llegar?, y se cansa y se habla, y se va conociendo a sí mismo, y esto la ayuda a crecer.

Después empieza el intercambio con el entorno.

La curiosidad infantil y su capacidad de observación le hace aprender a la velocidad del rayo.

Ve el entorno y conecta:

«He encontrado un palo chulísimo, lo pongo dentro de un agujero para ver si es muy hondo, veo una flor de muchos colores, quiero cruzar el río, ¡ay! ¡No he calculado bien y me he mojado los pies en el agua!, ¡Qué divertido, qué satisfacción sentir el pie mojado, salpico a mis hermanos, ah! ¿He oído un ruido, debe de ser un jabalí?» y se lo imagina saliendo de detrás de un arbusto porque ve la tierra removida. «Qué cola de hormigas tan grande…»

El niño sabe impregnarse de lo que la naturaleza le ofrece. Si le dejamos parar a hacer todo esto, puede ir experimentando lo que le apetece, disfruta y observa, se divierte y aprende.

 

Los adultos, acompañándolo, podemos disfrutar de este momento, sin correr para llegar, ya estamos, conectando con aquello que su mirada hacia la naturaleza nos ofrece.

 

El adolescente ya puede percibir la inmensidad y la belleza de la naturaleza, los olores, el aire limpio, haciendo que, contemplándola, sintamos una conexión especial con nuestra esencia, una conexión que va algo más allá de aquello que estamos viendo…

Continuamos adelante y aparece la riqueza de compartir pensamientos que caminan con nosotros.

Caminando con la familia, fortalecemos los vínculos porque, desde que empezamos la excursión, las experiencias nos acercan.

En el momento de descubrimiento, tanto los más pequeños como el resto, disfrutamos de la exploración: palos, piedras, juegos, piñas mordisqueadas por una ardilla, adivinando los nombres de lo que vemos, saltando, encontrando moras para comer, mirando hormigas con una lupa…, a cada paso descubrimos algo nuevo, a cada paso nos divertimos.

Podemos coger una brújula, aprender dónde tenemos el norte y a orientar el mapa será un aprendizaje divertido para los niños – aunque ya tengamos una aplicación que nos ubique.

 

Descubrimos, jugamos, adivinamos, nos divertimos, exploramos y, si miramos todo aquello que vayamos encontrando con la mirada curiosa y divertida del niño, nos lo pasamos mucho mejor.

 

A medida que caminamos, nuestros pensamientos van tomando un ritmo tranquilo y nuestro estado de ánimo mejora, la visión del paisaje y el verde lo favorece, junto con que segregamos endorfinas y serotonina. Nuestro pensamiento va siendo más positivo, más creativo y esto nos permite pensar en las cosas de una manera más relajada, nuestra mirada se amplía, se abre y nuestra energía es alta.

Cuando el ritmo de la aventura baja es un momento bonito para hablar de cualquier tema con los hijos/se. Caminando por la montaña podemos pensar y hablar con una serenidad que el entorno habitual no siempre nos facilita, reflexionamos conjuntamente de temas que nos interesen (en casa a menudo debatimos, pero reflexionar es un paso más y no siempre encontramos el espacio).

 

Momentos de conversaciones divertidas, intensas, trascendentes, gratificantes en familia que ponen las bases de la confianza y la complicidad.

 

La complicidad es aquel momento mágico en el que un niño te siente compañero de juego o de travesuras, o un adolescente siente que hay una conexión especial fugaz y que nos acerca a ellos. Les hacemos sentir nuestra complicidad cuando somos capaces de jugar a poner los pies dentro del agua, de ir a echar unas cestas de baloncesto cuando no tenemos ni idea o cuando vayamos a ver una película de superhéroes, aunque de entrada no nos interese. Cuando sienten que compartimos aquellas cosas que para ellos son importantes.

Con la complicidad reforzamos las bases de la confianza, aquello que todos los padres y madres queremos que nos tengan, para sentir que les hemos ofrecido un vínculo seguro donde puedan expresar lo que sienten y lo que les pasa.

En una caminata en familia todos estos elementos están presentes. Es un espacio rico, en el que disfrutar es el primer objetivo, pero donde conseguimos muchos otros.

 

Cuando los adultos podemos ir a la montaña con ojos de niño todo es más mágico y sorprendente.

Y llegamos a casa cansados, sucios, divertidos y algo más cerca.

Un artículo de:

Mireia Planells.
Terapeuta familiar y educadora social. Técnica del Programa Komtü.


Portada_Sigues amorós i l'aprenentatge vindrà sol

Sé amoroso y el aprendizaje vendrá solo

En otras épocas de la historia de la educación, un título como el de este artículo habría creado una gran controversia o, quizás, se habría quedado en un rincón sin que nadie le hiciera caso.

Y, ¿por qué?

Pues porque, desde un prisma directivo, no se contemplaba ninguna otra manera de acompañar al niño en casa o en la escuela. Dichos populares como “la letra, con sangre entra” (uff… esta frase, da miedo solo leerla, imaginaos haberla vivido) nos dicen como entendíamos el aprendizaje como sociedad.

Por suerte, hemos dejado atrás este estilo educativo. A pesar de que hay partes del mundo y culturas que todavía lo mantienen e, incluso, me atrevería a decir que, en el mundo occidental, hay adultos del mundo educativo que tienen este patrón interiorizado, aunque no lo muestren abiertamente.

¿Qué tenemos que saber sobre el estilo educativo?

En ocasiones, debemos tener un estilo educativo directivo, sobre todo cuando una situación puede ser peligrosa. Por ejemplo, un niño de 5 años que atraviesa la calle corriendo, requeriría directividad por parte del adulto.

Pero, cuando tenemos este estilo educativo incorporado como patrón educativo, es cuando nos tenemos que plantear si es lo que el niño o niña necesita porque, probablemente, estará relacionado con nuestra necesidad de control, de respeto hacia el adulto. Y, aquí, nuestra historia familiar tiene un peso fundamental, de dónde venimos y cómo nos educaron. Es interesante pensar, reflexionar, para darnos cuenta cómo estamos en el aula o en casa.

L’evidencia

La neurociencia aplicada a la educación y a la psicología nos ha mostrado cómo funciona nuestro organismo, nuestro cerebro ante los estímulos externos. Hay muchos estudios, muchos expertos, que han evidenciado que, si somos adultos amorosos, el niño está más regulado neuronalmente.

¿Por qué?

 

Porque el organismo segrega hormonas, sobre todo oxitocina, que generan sensaciones de placer en el cuerpo y, por lo tanto, disminuyen las defensas y aumentan la apertura neuronal hacia la experiencia, hacia el aprendizaje.

 

Si nos mostramos poco amorosos, distantes, duros en la relación con el niño, estos expertos del cerebro nos han mostrado que el cortisol, otra hormona, es quien nos regula: su función es ponernos en alerta, hacer sentir al cuerpo que estamos ante un peligro.

No hay que centrarnos en los niños y niñas, piensa en tú mismo: ¿Qué nos pasa cuando nos sentimos ante una situación peligrosa? ¿Estamos igual de receptivos y abiertos al exterior, al entorno? ¿O bien nos ponemos en una posición interna de defensa?

Seguro que es más la segunda y, ahora, reflexiona en cómo te defiendes, habiendo el ataque, la fuga y el no saber qué hacer, como respuestas básicas del organismo.

Pues a los niños y niñas les pasa lo mismo, pero con el hándicap que son niños y están aprendiendo a regularse emocionalmente, y nuestra actuación puede tener mucho más impacto en ellos que en nosotros como adultos, ya que tenemos más mecanismos de regulación (a pesar de que algunos/as lo han perdido o dejado de lado).

¿Qué quiere decir ser un adulto amoroso?

A pesar de que para los niños es vital el contacto físico, ser un adulto amoroso no quiere decir estar todo el día abrazando. Quiere decir estar presente, atento a las necesidades del niño, escuchar de manera activa para saber cómo está y que necesita, sin hacer juicios. Si los miramos con amor, si estamos por ellos, estarán mucho más abiertos y receptivos.

Como punto final, te pido que reflexiones sobre cuál fue el estilo educativo que viviste con tu familia. Si te sentiste muy acompañado/da o si hubo poco amor (aquí podríamos profundizar en qué vivieron nuestros padres y madres para actuar así, pero es tema de otro artículo…). Dar un espacio nos ayudará a tomar conciencia de cómo fue, cómo nos hubiera gustado que nos hubieran tratado y qué es lo que proyectamos en la relación con el alumnado a este nivel.

Todos y todas tenemos una historia de vida que tenemos que aceptar, con momentos de todos los colores (nunca son todos blancos o negros, es imposible). Revisarla nos ayuda a actuar desde un lugar más neutro con los niños y niñas y que, a escala neuronal, estén más abiertos a la vida y a cualquier experiencia que se proponga desde el aula.

 

Imatge cervell_Sigués amorós i l'aprenentatge vindrà sol

 

Abrimos todos los canales de nuestro organismo porque, como observó la neuróloga Rebeca Saxe, si damos amor, se activa la oxitocina en el otro, pero también en nosotros mismos/as (mira las manchas rojas de la imagen, no solo están en el niño). Y esto es apertura a la vida por ambas partes.

Parece fácil, ¿verdad? ¡Pues pongámoslo más en práctica!

Un artículo de:

Carles Bosch.
Psicólogo y terapeuta familiar. Técnico del Programa Komtü.


Cuando los tres años de proyecto quedan atrás...

El mes de mayo del 2019, iniciamos el proyecto Komtü en la escuela El Turó, de Montcada i Reixac. Ha sido la primera escuela donde se ha implementado el proyecto de acompañamiento emocional, teniendo la gran suerte de contar con unos profesionales, claustro, equipo de mediodía y PAS, agentes externos, así como las familias, con muchas ganas de cuidar y trabajar por el bienestar emocional de los niños y niñas del Turó.

Ha sido un reto para nosotros ir implementando por primera vez el programa, y la valoración que hacemos, por el feedback que nos han hecho profesionales y familias, así como los propios niños, es muy positiva. Han sido tres años donde se ha ido consolidando, a través de las acciones del programa (espacios formativos y de cuidado, dinámicas de aula, análisis de situaciones específicas de niños y niñas, espacios para compartir la crianza con las familias...), una mirada hacia el acompañamiento emocional de los niños cada vez de mayor calidad de la que ya había en un inicio.

Solo podemos decir que gracias a todos los esfuerzos que hemos hecho todos juntos, programa y escuela, para conseguir esta sinergia hacia el bienestar de los niños y niñas.

Durante los dos primeros años, el técnico del programa es quien lidera muchas de las acciones establecidas y es en el último año que vamos pasando el testigo al equipo impulsor, un pequeño equipo formado por miembros del claustro y de dirección, que será el que cogerá el relevo del proyecto cuando marchamos de la escuela.

A partir del cuarto año, uno/a técnico/a del proyecto seguirá estando en contacto con la escuela, ofreciendo apoyo para la continuidad de aquellas acciones que se consideran necesarias para mantener un acompañamiento de calidad con los niños y niñas, siendo el interlocutor y persona de apoyo con el equipo impulsor, quien liderará las acciones planteadas, con el consentimiento del equipo directivo.

Una de las acciones estrella del tercer curso es acompañar este equipo impulsor por parte de los técnicos del programa. El objetivo es empoderarlo, cuidarlo, hacerlo crecer sin prisas, sintiendo que tienen la capacidad para continuar con aquellas acciones que se tienen que mantener en la escuela para seguir trabajando el acompañamiento como hasta entonces. No se trata de formarlos, de que se conviertan en calcomanías de los técnicos Komtü, sino que sientan que tienen que estar observantes en el día a día de la escuela, para compartir con dirección aquellos aspectos que se tienen que trabajar, reflexionar en los espacios de grupo creados para tal fin.

Que hay situaciones de aula que hacen que la dinámica en el grupo esté enrarecida, que hay tensión en el claustro, que hay aspectos pedagógicos a revisar... Como se autodefinió uno de los miembros del equipo impulsor del Turó, somos como “Pepito Grillo”, que pone la mirada en aquellos aspectos que si no se hacen, la calidad en el acompañamiento emocional puede menguar. Es un gran apoyo a la dirección de la escuela y al equipo de coordinación, porque, sin pisar las responsabilidades de cada rol profesional, pueden ofrecer apoyo en aquellos aspectos que por ellos, son importantes prestar atención.

El curso 2022-23, la escuela El Turó empezará a caminar “sola”, pero estamos convencidos que será un camino firme, seguro, con la mirada puesta en el alumnado, como siempre han hecho, en su bienestar emocional, y como un buen acompañamiento a este nivel, repercute positivamente en el aprendizaje.

Seguiremos acompañando a la escuela desde la distancia. La experiencia de haberlo hecho presencialmente durante estos tres años nos permite asegurar que seguirán haciéndolo con calidad, estando próximos al Turó, pero sin que nos necesiten.

Los tres años quedan atrás.... pero la calidad en el acompañamiento continuará.

 

Un artículo de:

Carles Bosch

Psicólogo y terapeuta familiar. Técnico del Programa Komtü.


8 evidencias que relacionan el deporte con el bienestar emocional

Correr arriba y abajo, saltar por todas partes, nadar en la playa o ir en bicicleta largas tardes de verano. Seguramente, todos y todas tenemos recuerdos divertidos de la niñez relacionados con una, dos o quizás muchas de estas actividades y recordamos estos momentos como instantes de juego, de alegría, de gozo y bienestar en compañía de nuestras amistades.

Y a veces, a medida que nos hacemos adultos, algunas de estas actividades dan paso a los estudios, a las obligaciones laborales o, incluso, al tiempo de ocio mirando una serie en la infinidad de plataformas digitales. Y aquello que hemos escuchado a menudo de “hacer deporte mejora nuestra salud, no solo física sino también emocional”, lo dejamos para más adelante.

Para animarte a practicar deporte, y que la pereza no gane la partida, te compartimos 8 evidencias que relacionan el deporte con el bienestar emocional.

1. La práctica deportiva mejora nuestro estado de ánimo.

Está comprobado que llevar a cabo una actividad física regular, adecuada a nuestro estado de salud física, mejora la calidad de vida y la percepción de bienestar general. Y esto es por el hecho de que, con la actividad física, nuestro cuerpo genera cuatro hormonas que se conocen como «el cuarteto de la felicidad»: serotonina, endorfina, oxitocina y dopamina.

 

2. La serotonina mejora la autoestima y la confianza.

Mientras practicamos deporte, segregamos la hormona de la serotonina, que implica superar los retos que nos proponemos. Además, si el deporte se hace en compañía, supone formar parte de un grupo con quien nos identificamos.

 

3. Las endorfinas funcionan en el cerebro como un analgésico natural.

Al practicar deporte, generamos más cantidad de endorfinas, que posteriormente propician un estado de relajación, y nos ayudan a hacer frente a posibles situaciones que nos generen estados de estrés o de miedo.

 

4. La dopamina es el neurotransmisor del placer por excelencia.

Y pocas explicaciones más hacen falta si nos preguntamos: ¿quién no ha sentido placer después de pasárselo bien practicando aquel deporte que tanto le gusta? Y es que nuestro cerebro segrega dopamina cuando algo nos estimula o nos hace sentir bien.

 

5. La oxitocina equilibra los vínculos emocionales y afectivos.

No solo cuando damos un abrazo a nuestro hijo o hija o a alguien querido, segregamos la famosa oxitocina, sino que con la práctica deportiva compartida se establecen relaciones que favorecen la creación de esta hormona, que ayuda a equilibrar los vínculos emocionales y afectivos.

 

6. Hacer deporte mejora nuestra condición física general.

Aparte de todas estas explicaciones más de cariz neurobiológico, es indudable que hacer deporte mejora nuestra condición física general que, a la vez, disminuye la probabilidad de sufrir estrés, ansiedad y ayuda a prevenir otros tipos de desregulaciones en el estado de ánimo. Hay estudios que han demostrado una relación directa entre la práctica deportiva y la reducción en el consumo de fármacos.

 

7. El deporte fomenta la comunicación interpersonal y intrapersonal.

La comunicación intrapersonal es una comunicación con nosotros mismos/as. Y es que la práctica deportiva nos ayuda a conocernos mejor, a superar los retos que nos proponemos, a pensar en nuestras capacidades y habilidades y, de rebote, aumentar nuestra autoestima.

 

8. La práctica deportiva promueve las relaciones sociales.

La última evidencia es que hacer deporte nos rodea de personas que también lo practican, con hábitos saludables. Además, nos permite fomentar las relaciones sociales y acabar con un «tercer tiempo» rodeados de nuestras amistades.

 

Y tú, ¿lo dejas para mañana o empiezas hoy mismo?

Un artículo de:

Joan Ronzano.

Psicólogo y educador social. Técnico del Programa Komtü.

 

 

Referencias bibliográficas

Gómez-Zorita,S.,& Urdampilleta,A. (2013) Influencia de la dieta y la actividad físico-deportiva sobre el efecto de los fármacos. Facultad de Farmacia. Universidad del País Vasco (UPV-EHU)

León, F. J. G., Giménez, M. L., Bernalte, A., Dávila, J., & Cordeiro, J. A. Una aproximación desde la psicología de la salud. Grupo investigador en Psicología de la Salud. Universidad de Cádiz (UCA). Pai- 386-cts.


Portada_La importància de la comunió interdisciplinària

La importancia de la comunión interdisciplinar

Las escuelas tienen al niño, al alumnado, como objetivo final de su intervención educativa, tanto en la vertiente social (emocional, relacional…) como en la de aprendizaje. Como bien sabemos, para que haya un buen aprendizaje académico, se tiene que producir un buen acompañamiento emocional.

Si el niño/a tiene las necesidades vitales cubiertas (y sentirse querido, valorado, comprendido, es una necesidad vital), entonces está mucho más abierto a cualquier experiencia del entorno, al aprendizaje.

¿Qué profesionales intervienen en el aprendizaje?

Hay muchos profesionales que trabajan alrededor de un escolar. Nos encontramos a maestros, psicólogos/as, psicopedagogos/as, logopedas, trabajadores/as sociales, técnicos/as de integración social, monitores/as, educadores/as sociales, psiquiatras… (seguro que me dejo alguna categoría profesional, pido disculpas por adelantado, pero es que hay muchas).

 

Si queremos que el niño/a sienta que es el centro de nuestra tarea educativa, tenemos que conseguir que todas estas categorías profesionales no sean un sumatorio (multi-disciplinas), sino que se conviertan en un ente disciplinario más global, con conexión de todas las miradas profesionales (inter-disciplinas).

 

Por eso, es determinante desde qué posición me coloco con las otras profesiones, cómo me interrelaciono, para acompañar al máximo al niño/a, a través de la comunión desde todas las disciplinas.

La batalla de los “egos” profesionales

Muchas veces, nos encontramos con compañeros/as que tienen una mirada abierta hacia otras disciplinas, pero también nos hemos cruzado con otras personas que se muestran más cerradas, menos receptivas al que pueden aportar otras disciplinas.

Y aquí es donde aparecen los “egos” profesionales: la batalla entre saber qué necesita el niño, contra lo que cree u opina un/a otro/a profesional.

Tener la sensación de “yo sé qué le pasa a este niño/a, si hacemos lo que propongo, seguramente, estará mejor”, es normal. Este “ego” profesional denota claridad de ideas, seguridad hacia mi disciplina… Podemos decir que es saludable un pensamiento de este estilo.

Por otro lado, es posible que este “ego” acabe generando superioridad con otros compañeros/se, del estilo “yo sí que sé qué necesita. Tú estás errado”.

Es una frase contundente, pero que puede ser un pensamiento interno que nos acompañe y – lógicamente – genere una actitud defensiva hacia otros profesionales. Porque, aunque lo queramos disimular, un pensamiento de este estilo se acaba transmitiendo en la relación profesional, y ya no es tan beneficioso para el niño.

¿Cómo evitar la confrontación interdisciplinar?

¿Te has encontrado alguna vez con un/a compañero/a – es igual de qué disciplina – que siempre cree que tiene la respuesta correcta y siempre sabe qué necesita el alumno/a o su familia? ¿Y si te sales de su “visión”, si la cuestionas, entras en una dialéctica poco productiva?

Tratar con estos compañeros/as profesionales es más cansado que con el alumnado, el cual saldrá perjudicado, y no avanzará como lo podría hacer, porque la energía la ponemos más en nosotros, en nuestra lucha, que en el niño/a o la familia.

Y cuando pasa esto, cuando se da esta confrontación interdisciplinar, no dejamos nuestra posición profesional, sino que internamente nos enrocamos en nuestras ideas y las llevamos a cabo con más ímpetu que antes.

A menudo, en los encuentros con los claustros, les digo que, para estar en sintonía interna con nosotros mismos/se, es importante que nos escuchemos a nivel físico, emocional y cognitivo.

 

Poder observar cómo estoy en los tres niveles, tomar conciencia, me regularme y poder estar por el niño/a y por la clase de una forma más neutra.

 

De forma simbólica, les digo que den un paso atrás o que se levanten de la silla, dejando en ella esa sensación física, esa emoción, ese pensamiento que les “distrae” de la relación con el alumnado. Ponerlo fuera de mí, sentir que me distancio un momento, me permite internamente regularlo y estar por los otros desde un lugar más presente.

Así, con “el ego” profesional, con el pensamiento de “yo sé qué se tiene que hacer” podríamos hacer algo similar. Dejarlo fuera o en la silla, y relacionarme con los/las profesionales con la mente abierta, en beneficio del niño.

 

Solo desde una relación verdadera, sin trampas y con escucha activa, estaremos en disposición de legitimar el otro/a. Así, seguro que conseguimos un espacio de transformación, donde todas las disciplinas son bienvenidas.

De este modo, cada profesional, desde su especialidad, podrá aportar su visión, con el objetivo de sumar y no competir, y con el propósito de generar espacios comunes de unión y construcción.

Con un tono de humor, pero a la vez autorreflexivo, te invito a que contestes a la siguiente pregunta:

  • Y tú, ¿qué posicionamiento ocupas: sumas o compites?

La respuesta: dejo que cadauno/a se conteste desde la sinceridad, a sabiendas de qué es lo que tenemos que hacer para poner al niño en el centro de nuestra actuación ?

Un artículo de:

Carles Bosch.
Psicólogo y terapeuta familiar. Técnico del Programa Komtü.


Portada_Alimentacio i aprenentatge

¿Cómo mejorar la alimentación y el aprendizaje de los niños?

Quizás te preguntarás: ¿qué hace un programa de acompañamiento emocional hablante sobre alimentación? Pues, ¡lo descubrimos!

La importancia de la alimentación

La alimentación es un proceso que nos acompaña a lo largo de la vida, a través del cual obtenemos los nutrientes que nos permiten cubrir los requerimientos de nuestro cuerpo, obtener bienestar y mantener nuestra salud en forma.

Un estudio, publicado en la Revista Europea de Epidemiología (1), observó los patrones alimentarios de más de 7.000 niños desde su nacimiento hasta los ocho años y concluyó que la comida que toman los niños afecta a la función cerebral a largo plazo.

El estudio muestra que los niños que toman una dieta rica en nutrientes, incluyendo gran cantidad de frutas y verduras, logran un coeficiente intelectual más alto que aquellos que consumen alimentos procesados, altos en grasas y azúcar.

 

¿Cómo afecta la alimentación a los niños?

El cerebro crece más rápidamente en los primeros años de vida, y continúa su desarrollo en la adolescencia. Por eso, es importante que los niños y niñas de todas las edades consuman una dieta rica en nutrientes que garantice su correcto crecimiento y desarrollo, tanto físico como intelectual.

De hecho, este camino se inicia durante la lactancia materna. Si las madres escogen una dieta rica en nutrientes, contribuyen al desarrollo cognitivo y a la salud en general.

Y es que los bebés alimentados con lactancia materna exclusiva durante al menos seis meses, presentan un coeficiente intelectual más alto que el resto. Una dieta que incluye una gran proporción de leche materna también está relacionada con un volumen cerebral más grande en la adolescencia. Esto es debido al DHA (ácido docosahexaenoico) que contiene la leche materna, puesto que el DHA es el principal componente de las membranas de las células cerebrales.

La leche materna no es solo una importante fuente de DHA, sino que proporciona otros nutrientes esenciales para el desarrollo cerebral, y mejora el sistema inmune, el respiratorio y la salud en la infancia

Después de la introducción de alimentos sólidos, un mayor consumo de frutas y verduras se asocia con un coeficiente intelectual más alto y mejores habilidades de la memoria cuando los niños llegan a los 4 años. En los niños y niñas en edad escolar, la deficiencia de vitaminas y minerales, así como la ingesta de alimentos que hacen subir el colesterol (grasas saturadas, por ejemplo) están ligados a la disminución de la inteligencia y al bajo rendimiento académico.

La nutrición y la hidratación son fundamentales para el aprendizaje. Nuestros niños necesitan todos los componentes básicos de una buena nutrición: proteínas, carbohidratos y grasas. Si les proporcionamos los alimentos adecuados, estos impulsarán el cerebro. En cambio, los hidratos de carbono simples y los alimentos refinados causarán subidas de azúcar, carencia de atención y concentración.

 

Si pensamos en el acto de comer, ¿qué imagen te viene a la cabeza?

Seguramente, aparecen recuerdos con connotaciones sociales y afectivas. Comer puede ser un acto para disfrutar, puede ser un símbolo cultural y religioso, puede ser un momento para compartir y celebrar… Pero también puede ser un acto medioambiental y reivindicativo: la evidencia científica muestra que las emisiones de gases de efecto invernadero (GEH) dependen, en gran parte, de los procesos generados durante la obtención de los alimentos.

Para mitigar el cambio climático, cada uno de nosotros podemos contribuir a reducir las emisiones relacionadas con los alimentos, modificando los hábitos alimentarios. ¿Cómo?

Las recomendaciones para reducir las emisiones de GEH incluyen menos consumo de carne y productos lácteos, y más vegetales frescos de producción local, de venta de proximidad y de temporada.

Entonces, si reflexionamos sobre la educación de los niños, ¿qué tipo de ciudadano nos gustaría educar? ¿Uno que solo piense en comer aquello que le gusta, o uno que sea capaz de elegir aquello que será beneficioso para su organismo y para el planeta?

¿Cómo comen los niños, actualmente?

Los datos recogidos recientemente en encuestas de nuestro entorno (2) muestran que los niños hacen unas ingestas muy bajas de hortalizas, frutas y legumbres, y unas ingestas bajas de cereales integrales (pan, arroz, pasta, etc.).

En cambio, hacen una ingesta muy elevada de carnes y derivados, y también un excesivo consumo de productos ultraprocesados con un elevado contenido en sal, grasas no saludables y azúcares añadidos, así como una elevada utilización de envases y plásticos.

 

¿Por qué las autoridades sanitarias proponen disminuir los azúcares refinados?

Un exceso de azúcar refinado puede conducir a la resistencia a la insulina. Esto significa que el cuerpo no es capaz de utilizar la hormona insulina de manera eficiente para el transporte de azúcar o glucosa de la sangre a los tejidos.

La resistencia a la insulina puede producir un daño a las células cerebrales, puesto que el cerebro requiere grandes cantidades de glucosa para funcionar y, si hay esta resistencia, quedaría privado de nutrientes.

¿Cómo podemos evitarlo?

Para ayudar a equilibrar los niveles de azúcar en la sangre, en lugar de alimentos con azúcar o almidón procesados, podemos comer carbohidratos más complejos, como por ejemplo cereales integrales, verduras, legumbres y frutas.

 

Pero… ¿y qué son los “temidos ultraprocesados”? ¿Los podemos evitar?

Son formulaciones de varios ingredientes (normalmente más de 5), elaborados casi siempre a través de procesos industriales. Además de sal, azúcar, aceites y grasas, contienen sustancias y aditivos que, aunque son seguros, sirven únicamente para potenciar o modificar los gustos. Se acompañan de embalajes atractivos y sofisticados que llaman la atención de nuestros niños.

En esta categoría se incluyen bebidas carbonatadas, azucaradas y energéticas; aperitivos salados y azucarados; bollería, pastelería, galletas y cereales para el desayuno; grasas untables (margarinas), yogures de frutas y postres lácticos; platos precocinados y preparados alimentarios a base de quesos; y cárnicos procesados como, por ejemplo, salchichas, hamburguesas, embutidos, etc.

10 consejos para mejorar la alimentación y el aprendizaje de los niños

Para acabar, ¿cómo podemos mejorar la alimentación y, por lo tanto, el aprendizaje y desarrollo de los más pequeños?

 

1. Planifica la alimentación semanal.

Siguiendo horarios regulares en las comidas y evitando la improvisación.

 

2. Basa la alimentación de la familia en alimentos de origen vegetal.

Como, por ejemplo frutas, hortalizas, aceite de oliva, pan integral, pastas, legumbres, etc., y limita los alimentos de origen animal, seleccionando los bajos en grasas y poco procesados.

 

3. Sé su espejo: La familia es el principal referente, también para la alimentación.

Si tomas frutas y hortalizas variadas diariamente, tus hijos e hijas también acabarán haciéndolo. Aunque pueden rechazar algunas, ten paciencia y ofrécelas en diferentes ocasiones y con diferentes preparaciones porque las acepten. ¡Están en constante transformación!

 

4. Utiliza las hortalizas a la comida y a la cena como ingredientes principales o en guarniciones; y las frutas por almuerzo, a los postres o entre horas.

Cuantos más colores haya, mejor, puesto que cada color de los alimentos ofrece una amplia gama de vitaminas, minerales y fitonutrientes que nos ayudan a luchar contra el envejecimiento y las enfermedades crónicas, además de ser buenos para los sistemas cardiovasculares e inmunológicos.

 

5. Ofrece las frutas enteras en lugar de zumos o batidos.

Si elegimos zumos, naturales o comerciales, mejor no pasar de un vaso pequeño al día. Los efectos metabólicos de la fruta no son iguales ni equiparables a los que ejercen los azúcares de los zumos, puesto que se ingieren más rápidamente que la fruta sin exprimir. Tampoco estamos estimulando la masticación y eliminamos gran parte de la fibra. Hay datos que relacionan el consumo de zumos de fruta con riesgo de sufrir caries dental.

 

6. «No los compres, ¡que te los comerás!”.

Evita tener en casa alimentos ricos en azúcar, en grasas poco saludables o muy salados, como, por ejemplo, pastelería, bebidas azucaradas, néctares y otras bebidas a base de frutas, comer rápido, aperitivos fritos, etc. Procura tener siempre al alcance alimentos saludables como, por ejemplo, fruta, frutos secos, hortalizas (zanahorias, tomates cherry…).

 

7. Establece el agua como bebida habitual durante las comidas y a lo largo del día.

No la sustituyas por otras bebidas, como refrescos o zumos. Evita las “bebidas energéticas”, ya que tienen un alto contenido en cafeína (aportan más de 15 miligramos de esta sustancia por 100 mililitros de bebida). El Reglamento (UE) 1169/2011 obliga a incluir la siguiente mención en el etiquetado de bebidas con alto contenido en cafeína «Contenido elevado de cafeína: No recomendado para niños ni mujeres embarazadas o en periodo de lactancia».

“Las bebidas energéticas con azúcares” pueden contribuir a exceder la ingesta diaria recomendada de azúcares simples (50 g en el día según la recomendación de la OMS), puesto que una lata de 250 ml aporta entre 27,5 g y 30 g. Un consumo excesivo de cafeína puede provocar efectos fisiológicos no deseados como, por ejemplo, la alteración del sueño, tanto en el tiempo de conciliación como en la duración; efectos psicológicos y alteración del comportamiento, así como trastornos cardiovasculares. Estos efectos son comunes a otros alimentos que contengan cafeína: café, té, chocolate, guaraná, etcétera.

 

8. No utilices los alimentos como castigo o premio.

Intenta transmitir a los niños los valores positivos que aportan los alimentos: color, variedad, sabor, estacionalidad, sostenibilidad, etc.

 

9. Recupera las recetas tradicionales de la dieta mediterránea.

Especialmente las que incluyen legumbres, peces, frutos secos, huevos y hortalizas.

 

10. Haz que tus hijos e hijas participen en la compra, la planificación y la elaboración de las comidas.

De esta forma, aceptarán más fácilmente los alimentos y las recetas que cocináis en casa.

En conclusión, si cuidamos la alimentación de nuestros niños, estaremos favoreciendo su desarrollo cerebral y su capacidad de aprendizaje. Además, proporcionando alimentos saludables, contribuiremos a un crecimiento saludable, responsable y con un menor impacto ambiental.

Un artículo de:

Rebeca López.
Psicóloga y terapeuta familiar. Técnica del Programa Komtü.

 

 

Bibliografía


¿Qué son las prácticas restaurativas y qué aportan a la educación emocional?

En los últimos años, y cada vez más, oímos hablar de las prácticas restaurativas. Pero, ¿qué son realmente estas prácticas?

En el fondo no son más que una serie de herramientas, recursos y, sobre todo, maneras de entender el conflicto (como una oportunidad) y formas de abordarlo (desde el respeto, el cuidado de las partes implicadas y desde una triple mirada de prevención, detección y actuación).

Hoy os propongo poner el foco en la mediación como práctica escolar que nos permitirá un mejor acompañamiento emocional y que, a la vez, facilita el desarrollo de habilidades, estrategias y herramientas para abordar el conflicto del alumnado que participa.

La mediación en el marco escolar

Esta es sin duda una herramienta muy interesante, tanto para gestionar conflictos presentes como para prevenir los futuros, pero también es una vía excelente para poner en juego aspectos fundamentales de la educación emocional.

Mediación escolar y educación emocional van de la mano desde el momento en el que se visualiza el conflicto como una ocasión educativa, de formación y de crecimiento personal. Ambas se retroalimentan y se fortalecen mutuamente a través de la vivencia porque, de hecho, la mediación implica poner en el tablero de juego muchas de las competencias que se potencian desde la educación emocional.

¿Qué aporta la mediación a la educación emocional?

Podríamos pensar que para hacer una mediación basta con conocer las fases y el planteamiento. No debe ser tan complicado, ¿verdad? Al final, si los dos agentes en conflicto están sentados en la misma mesa, será que ya están dispuestos a llegar a un acuerdo, ¿no? Los mediadores plantean 4 preguntas, dejamos que los mediatos se escuchen y las propuestas irán surgiendo…

Pero, esto no funciona así.

Formarse como mediador va mucho más allá de aprender una técnica. Implica formarse como persona y diría que, sobre todo, implica crecimiento emocional.

Formar parte de una mediación, como mediato, implica mucho más que exponer los propios puntos de vista. Implica levantar la mirada para ver al otro y buscar nuevas formas de comunicación y relación que nos ayuden a encontrar una solución válida para todos.

Vamos a ver algunas de las aportaciones de la mediación a la educación emocional:

 

La mediación potencia que se integren unos patrones de comunicación asertiva

El estilo comunicativo influye en el origen, desarrollo y gestión de un conflicto. Probablemente, unos mediadores con un estilo agresivo añadirían más leña al fuego, i unos mediatos pasivos difícilmente lograrían un acuerdo satisfactorio para todos.

La mediación requiere unos canales, forma y estructura de comunicación adecuados para que el proceso fluya. Este es, pues, un requisito indispensable en cualquier buen mediador, que no solo tendrá que aplicarlo en primera persona, sino que tendrá que facilitar el entorno para que todos los implicados respeten esta necesidad.

 

La mediación mejora la conciencia emocional

Las emociones forman parte del conflicto. Un buen mediador no solo no las puede ignorar, sino que tiene que aprender a abrazarlas desde la no implicación y el respeto. No es sencillo, requiere práctica.

El primer paso es saberlas identificar adecuadamente. Porque, a menudo, conjuntamente con la emoción mostrada, coexisten otras emociones no expresadas que nos ayudan a comprender el conflicto con mayor amplitud y profundidad.

En este punto, el mediador es también un facilitador en el proceso de conciencia emocional de los mediatos.

 

La mediación ejercita la empatía

La mediación requiere ponerse en el lugar del otro. Sin perder de vista las necesidades propias, hay que tener en cuenta al otro para poder llegar a un acuerdo mutuamente beneficioso. Hay que ponerse en sus zapatos, comprender (no necesariamente compartir) sus emociones y motivos.

Este es sin duda un gran ejercicio de empatía sin el cual la mediación sería imposible.

 

La mediación favorece la regulación emocional de todos los implicados

El mediador vive una situación compleja a lo largo del proceso. Por un lado, tiene que animar a los mediatos a que expongan y compartan sus emociones. A la vez, tiene que gestionar sus propias emociones para que estas no interfieran en el proceso, procurando no inundarse de las emociones de los mediatos.

Los mediatos, por su parte, tienen que regular adecuadamente sus emociones para permitir que estas, estando presentes en el proceso, no lo eclipsen.

 

La mediación facilita la responsabilidad individual y la proactividad

En la mediación, el conflicto no está en el foco, sino que, en todo momento, mediador y mediatos mantienen la mirada en un objetivo común: encontrar una solución satisfactoria para todas las partes.

El mediador facilita que se pueda ver el conflicto como aquello que nos ha llevado aquí, y que los mediatos se puedan plantear: a partir de aquí y dada la adversidad, ¿qué puedo hacer para cambiarlo? ¿Qué puedo aportar?

Conclusiones

La mediación aporta mucho más que una estructura en la gestión del conflicto. Aporta un bien que en Educación Emocional es muy importante: la vivencia.

A través de esta vivencia, los agentes implicados pueden poner en juego y transferir aprendizajes y competencias que, de otra forma, podrían quedar en simples palabras. Por lo tanto, la mediación ayuda a dar forma, a regar y hacer crecer esta semilla que pone la educación emocional en cada una de las actividades realizadas.

Un artículo de:

Anna Rallo

Psicopedagoga y técnica del Programa Komtü.


Juguetes para favorecer el bienestar emocional de los niños

En esta época del año es habitual regalar juguetes a nuestros hijos o a algún niño de nuestra familia. Saber que van a recibir regalos, les genera ilusión pero también es normal que estén más nerviosos de lo habitual.

Los juguetes, además de ser divertidos, pueden ser un factor determinante para el desarrollo de los niños. Para ayudaros a que vuestros regalos puedan ser a la vez divertidos y ayudar al desarrollo de los niños, el equipo de psicólogos y terapeutas del Programa Komtü ha preparado un listado de juguetes que ayudan a favorecer el bienestar emocional de los niños.

Juguetes para favorecer el bienestar emocional de los niños


5 claves para favorecer buenas relaciones sociales

Quizás alguna vez, después de un día duro en el trabajo o de una discusión con la pareja, has pensado… ¡qué bien estaría yo solo ahora mismo en una isla desierta! Pero imagínate por un momento que el deseo se hace realidad. ¿Cuánto tiempo estarías dispuesto a estar sin tu pareja, familia, hijos, amigos o compañeros de trabajo? Quizás la respuesta sería que no mucho tiempo.

Seguramente, en alguna ocasión has escuchado la cita de Aristóteles «El hombre es un ser social por naturaleza«. Y es que ya desde la Antigua Grecia, o quizás mucho antes, se ha considerado que somos seres sociales, que la relación con los demás es fundamental para poder vivir. Y no sólo eso, sino que sabemos que nos desarrollamos, ya desde de pequeños, a partir de las relaciones que mantenemos con las personas que nos cuidan y nos rodean. Por lo tanto, poder establecer y mantener unas buenas relaciones con los demás, ya sea en la familia o con los compañeros de trabajo, nos aportará tranquilidad, bienestar y calidad de vida. Pero, ¿Qué podemos hacer para fomentar estas buenas relaciones y evitar los conflictos?

5 claves para establecer buenas relaciones con los demás

  1. Las emociones tienen mucho que ver con las relaciones que establecemos con los demás. A menudo, son estas las que nos empujan a movernos, a actuar de una determinada manera y no de otra. Las personas somos sensibles a los cambios emocionales que se producen en nosotros mismos y en las personas que nos rodean . Por lo tanto, una buena observación, reconocimiento y expresión de estas emociones nos podrá ser de mucha utilidad para comprendernos y comprender al otro.
  2. La comunicación. Qué quiero comunicar, de qué manera quiero hacerlo, dónde lo haré, en qué momento, a quién quiero hacer saber algo… Pensar previamente en estas cuestiones antes de comunicarnos es muy importante para poder establecer buenas relaciones con los demás. Pero no sólo eso, sino que es necesario saber que es tan importante nuestro lenguaje verbal como el no verbal. Lo que comunicamos a los demás a partir de nuestros gestos, miradas, movimientos, tono de voz, etc. tiene un impacto y un peso tan o más importante que las palabras que utilizamos.
  3. La escucha. Tan importante es hablar como saber escuchar. A veces hay que practicar ponernos en “modo avión” con los demás. Cuando estamos con nuestra pareja, con nuestros hijos o un buen amigo, y nos está explicando algún hecho importante, es necesario poner toda nuestra presencia y escuchar activamente lo que nos está compartiendo, dando un espacio de calidad en la relación. El “modo avión” de nuestro aparato móvil detiene la transmisión y recepción de datos, y para nosotros sería dejar por un momento de lado lo que muchas veces nos desconecta, como es la carga de trabajo, la discusión que he tenido esta mañana o los quebraderos de cabeza, y conectarnos de manera singular con la persona con la que nos estamos relacionando.
  4. Las suposiciones. Si alguna intención o algo que no sabemos del otro nos genera cierta inquietud, angustia o malestar, podemos hacer dos cosas: hacer suposiciones y arriesgarnos a malentendidos o preguntar por lo que desconocemos para aclarar y evitar de esta manera las suposiciones. Poder establecer una relación con los demás basada en la confianza y transparencia nos ayudará a crear vínculos más positivos, nos ayudará a evitar malentendidos y, al fin y al cabo, nos ayudará a estar mejor con los otros.
  5. Las acciones.  No siempre todo lo que recibimos de las otras personas nos gusta. Es importante poder hacer saber lo que nos gustaría o que deseamos del otro, y también poder expresar lo que nos genera malestar. Sin embargo, a la hora de comunicarlo es importante poder diferenciar la acción concreta de la persona. Y es que no es lo mismo decir «no me ha gustado cómo me has hablado» que decir «eres un maleducado/a«. Si debemos ser críticos, es importante hacerlo respecto a las acciones y no respecto a la persona.

Un artículo de:

Joan Ronzano

Psicólogo y educador social. Técnico del Programa Komtü.


La emoción de la música. Beneficios sobre la salud física y emocional.

Todo el mundo sabe que la música desencadena reacciones que nos pueden llevar a modular nuestro estado de ánimo. ¿Quién no ha movido el cuerpo al ritmo de rock o bachata, o no se ha dejado acunar por la cadencia de un solo de piano o violonchelo? ¿Verdad que tenemos muy claro cuáles son las canciones de la banda sonora de nuestra vida, y sólo rememorarlas ya se nos pone una sonrisa de oreja a oreja?

Tal es la fuerza de la música que sólo necesita un par de compases para que el cerebro viaje por nuestros recuerdos autobiográficos: aquella canción nos recuerda a una persona en particular, o una época determinada de nuestra vida, generándonos automática y inevitablemente un torrente de recuerdos asociados a emociones como la alegría, tristeza, melancolía...

Pero además, la neurociencia, a través de varios estudios, ha demostrado que la música activa un lenguaje emocional (interno y social) más eficaz que las palabras. Escuchar música relajante o interpretarla libera endorfinas, las conocidas como las hormonas del placer, regula nuestra respiración, ritmo cardíaco y pulso, generando un estado similar al de los ejercicios de respiración del yoga.

LA MÚSICA PRODUCE BENEFICIOS SOBRE LA SALUD

Escuchar o interpretar música en compañía, aparte de la experiencia colectiva del arte y la belleza, produce unos beneficios asombrosos sobre la salud física y mental. Éste es uno de los motivos por los que cada vez más psicólogos recomendamos a los pacientes la práctica musical, en especial el canto coral. Al cantar varias voces una misma melodía, se ha confirmado que influye positivamente en la bioquímica de nuestro cerebro y, a través de éste, como órgano rector del cuerpo, influye en el bienestar general. Se sincronizan los latidos de los corazones de las personas que cantan, llegando a latir al unísono, fortalece los lazos sociales y afectivos, aumenta la empatía, la tolerancia y la diversión necesarias para la convivencia en armonía.

TRABAJAMOS LA MÚSICA Y LAS EMOCIONES CON LOS NIÑOS

Desde esta premisa, el programa Komtü y el Liceu unieron sinergias con las fortalezas de cada proyecto, las emociones y la música, poniendo en marcha un proyecto colaborativo que tiene como principal objetivo generar acciones para acompañar emocionalmente a los niños a través de la experiencia compartida de la música.

Éste es el segundo curso en el que niños y mayores podemos disfrutar de esta experiencia de aprendizaje transversal. Las escuelas Komtü de segundo año (CEIP Marinada, CEIP Edumar y CEIP Mestre Morera) en colaboración con profesionales del Gran Teatro del Liceu, llevan a cabo acciones en el aula, en tutoría y en el espacio de música de cada centro educativo, poniendo en conexión las músicas que escuchan con las emociones que experimentan individual y colectivamente. Todo este trabajo llegará a su punto álgido con el concierto en el Liceo de La Cocina de Rossini para primaria y La Barcarola para educación infantil.

Los resultados esperados de este proyecto en los niños son múltiples, y van desde una mejora en la expresión de las emociones, atención y memoria, a un incremento de las habilidades sociales y la cohesión del aula, y todo esto , en un ambiente de creatividad, disfrute y bienestar.

RECOMENDACIÓN PARA FAMILIAS 

Y para finalizar, una recomendación. Vivimos y hacemos vivir la música con nuestros hijos e hijas, escuchamos canciones en casa, en el coche, donde sea. Relajémonos, cantemos, bailemos, vibremos juntos. Estos ratos compartidos con intensidad y alegría con nuestros hijos entrarán a formar parte de la banda sonora de sus vidas. Y como legado familiar, ¡esto no tiene precio!

 

Un artículo de:

Irene de Luis

Psicóloga y terapeuta familiar. Técnica del Programa Komtü.