¡¡Mama!! ¡¡Papa!! ¡¡No quiero marcharme!! ¡¡Un ratito más!! ¡¡Por favor!!

¿Cuántas veces nos ha pasado una situación como ésta o similar con nuestros hijos e hijas? ¡Seguro que en más de una ocasión!

Momentos del día a día como este suponen unos retos que necesitan gestionarse de la mejor manera posible. Aquí os dejamos 10 tips para la gestión de un conflicto:

Consejos para la gestión de conflictos con nuestros hijos e hijas
  1. En primer lugar hay que aceptar que la situación está pasando. Si bien podemos mirar hacia otro lado o intentar evitarla, cuando se da una situación de conflicto es necesario que la miremos de frente y nos pongamos manos a la obra!
  2. El conflicto requiere una gestión de nuestras emociones y las de los demás. Estas situaciones se deben vivir como oportunidades para crecer, para aprender unos con otros y poder dar unas herramientas importantes a nuestros hijos e hijas.
  3. De acuerdo, está sucediendo… pero y ahora que hago!!! Necesito una solución… Del mismo modo que cuando un niño/a con pocos meses cuando llora nos está diciendo que posiblemente tiene sueño o hambre, cuando un niño/a de más edad nos pide quedarse un rato más en el parque, también nos está comunicando que tiene una necesidad. En este caso, de explorar o de poner a prueba sus habilidades todavía tempranas de movimiento. Por lo tanto, debemos pensar que los niños tienen a menudo unas necesidades diferentes de las nuestras y hay que poderlas reconocer y que irán cambiando a medida que vayan creciendo.
  4. Seguridad. Cuando se nos presenta un conflicto y lo tenemos que gestionar, debemos mostrar seguros. Debemos recordar siempre que nuestros niños aprenden constantemente de los adultos, y la actitud que tengamos ante las diferentes situaciones a las que nos enfrentamos es básico. Si transmitimos sin querer inseguridad, esto no ayudará a crecer a los niños/as. Debemos ser amables, sin enfadarnos, pero firmes y seguros desde el respeto.
  5. Esta seguridad también se acompaña de nuestra comunicación no verbal. La firmeza debe ser expresada con un tono de voz adecuado, sin gritos, con actitud de amor incondicional. Y ante una conducta inadecuada, hay que recordar que hemos de poder cuestionar y desaprobar si es necesario la conducta mostrada pero nunca a la persona.
  6. Entiendo que tienes ganas de jugar un rato más, pero en 5 minutos tendremos que marcharnos porque tenemos que ducharnos y cenar. Cuando gestionamos un conflicto, a veces, y según el momento evolutivo del niño, tendremos que dar respuesta a la situación a la vez que explicamos el motivo por el que tendremos que marchar, teniendo presentes las necesidades del niño/a con los límites de los adultos. Las explicaciones deberán ser claras y concretas.
  7. A medida que nuestros hijos se van haciendo mayores, podemos llegar a unos pactos y acordar una solución a la situación. Daremos la palabra al niño/a para ver cómo podemos resolver la situación. De esta manera, los hacemos partícipes y generamos un mayor compromiso para llevar a cabo la resolución, a la vez que interiorizan como propia una manera de relacionarse con los demás.
  8. Pero no todo es mágico… Seguramente, los primeros días pasados ​​los 5 minutos o una vez llegados a un acuerdo, el niño/a hará nuevamente una pataleta porque no querrá marcharse. Paciencia padres y madres, el niño/a debe ir integrando poco a poco como manejar estas situaciones y necesitan tiempo. Respetar el ritmo y el tiempo de cada uno para ir aprendiendo e integrante que lo es bueno para él / ella ayuda a crecer a nuestros hijos/as.
  9. Debemos interiorizar que los niños/as tienen derecho a enfadarse, a protestar, a hacer rabietas. Tendremos que validar las emociones vividas en el niño ante un conflicto, porque las ha sentido así y eso ya no puede cambiar. Seguro que nos gustaría que saliera del parque al cabo de 5 minutos contento y feliz, pero quizás el niño se sentirá frustrado y le debemos permitir y validar esta emoción.
  10. Y por último, y no por ello menos importante, en todo este proceso debemos saber gestionar nuestras propias emociones. Todos y todas a veces hemos tenido un mal día y hemos podido hacer un grito o ser más duros de lo necesario. Para poder gestionar positivamente una situación de conflicto debemos dejar de lado estas emociones que a veces nos atrapan, dejarlas en un rincón y estar en sintonía para nuestros hijos/as.