Desde el programa Komtü tenemos claro nuestro objetivo: promover el bienestar de los niños y niñas.

Y con este objetivo, tenemos también claro que para que los ellos/as estén bien, hace falta que los adultos que los acompañamos estemos también bien. Y esto, a pesar de que todos lo entendemos, no siempre nos es fácil llevarlo a la práctica.

Nos puede parecer que pensar en nuestro propio bienestar es egoísta, que nos damos más importancia que al resto, que nos ponemos por delante de los niños o compañeros… Cuando, si lo hacemos con cuidado, al cuidarme cuido también de quienes me rodean.

Veamos por qué:

  • Los niños aprenden de aquello que nos ven hacer, no de lo que les decimos que hagan.
    Si yo se los digo a mis hijos o a mis alumnos que se cuiden, que expresar las emociones es saludable, que es importante que tengan aficiones, pero a mí me ven todo el día trabajando, yendo arriba y abajo, o estirada en el sofá mirando el móvil, o cerrada en mí misma sin querer hablar del lo que me pasa… lo que les estoy diciendo en realidad es que no se cuiden.
    Las palabras están vacías de contenido si no son coherentes con nuestros actos. Hacer aquello que pensamos y sentimos, y sentir aquello que hacemos, nos ayudará a estar mejor, y también ayudará a los niños (y adultos) que nos rodean a que ellos lo puedan hacer.
  • Cuidarme me ayuda a sentirme mejor, y, por tanto, a estar más disponible (y a poder cuidar con mayor calidad).
  • Si yo estoy bien, mi entorno lo notará y, por lo tanto, es más fácil que también esté bien. En el mundo social hablamos de activo de bienestar cuando hay algo (una persona, un recurso, una actividad, una equipación…) que genera salud y bienestar. Cuando me cuido, me dedico tiempo, hago aquello que me gusta y me siento mejor, estoy de más buen humor… Cuando me cuido me convierto en un activo de bienestar para mi entorno.

Así pues, ¿cómo nos podemos cuidar? Esta es una pregunta difícil de responder porque aquello que nos hace sentir bien a cada uno de nosotros puede ser muy diverso. No hay una recomendación universal dado que hay quién necesitará parar y hacer yoga y quien agradecerá salir a la montaña a hacer deporte de intensidad.

Querría poner el foco en tres ejes donde la importancia no está en lo que hacemos sino en sí aquello que hacemos atiende tres aspectos diferentes de nuestra vida (no están escritos por orden de importancia):

  • Cuidarme es dedicarme tiempo: hacer cosas que me gustan, me llenan y me reconfortan. Aquí es válido tanto quedarme en casa sola leyendo un libro como ir a hacer deporte, hacer una quedada con unas amigas o ir a tomar algo con compañeros del trabajo.
  • Cuidarme es también cuidarnos con aquellas personas que nos son próximas: ir a cenar un día solo con la pareja y poder tener una conversación de adultos, hacer una sesión de cine en familia en casa con cena especial y palomitas, o hacer una tarde a solas con mi hijo/hija haciendo algo que nos guste, podrían ser ejemplos que entrarían en esta categoría. Dedicarnos tiempo a estar bien, a hacer cosas que a todos nos gustan, fortalece nuestros vínculos y nos genera bienestar. Es también un anclaje positivo al cual podremos recorrer en momentos donde las cosas no vayan tan bien.
  • Cuidarme es también abrirme al mundo y a las personas que me rodean: tener un grupo de amigos con quienes te ves/hablas con regularidad, una comunidad en la cual te sientes implicada, un trabajo que te gusta y te llena profesionalmente….

Para resumir estos tres ejes podría decir que atienden tres espacios: yo conmigo, yo contigo, yo con el mundo.

Un artículo de:

Anna Rallo

Psicopedagoga y técnica del Programa Komtü.

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