Después de unos meses de verano donde hemos podido disfrutar de la calma que comportan las vacaciones, donde los horarios, las rutinas diarias y los hábitos se desdibujan (y suerte que lo podemos hacer!), nos acercamos al inicio de curso y lógicamente nos toca poner “orden” al ritmo veraniego. Los adultos ya lo hemos ido haciendo y ya sabemos qué tenemos que hacer cuando nos toca volver a la rutina. Nos costará pero acabamos entrando. Nuestros hijos e hijas también se acaban adaptando. Para que sea más agradable este final de verano y el inicio de las rutinas que comporta el curso escolar, os proponemos varias actividades e ideas a tener en cuenta, para que esta entrada sea agradable e incluso, divertida.
Ideas y recomendaciones para adquirir hábitos y rutinas al inicio del curso escolar:
1. Lluvia de ideas de hábitos importantes
Pide a tus hijos/as que hagan una lluvia de ideas de aquellos hábitos que son importantes para la vuelta a la escuela. Podéis ir apuntando todas las propuestas en una pizarra o una hoja de papel.
Con esta lluvia de ideas conjuntas podemos reconocer cuáles son las inquietudes, preocupaciones, motivaciones que puede estar experimentando nuestro hijo/a y también compartir las que sentimos nosotros como adultos.
2. Calendario con días restantes
Los niños no tienen la misma concepción de espacio y tiempo que tenemos los adultos. Por lo tanto, a veces puede ser complicado que entiendan cuántos días faltan para que llegue un acontecimiento.
Una buena propuesta para ir recordando y trabajando con ellos y ellas los días de la semana, matemáticas y la concepción del espacio y el tiempo puede ser elaborar un calendario, donde de forma conjunta marcamos el día en que se produce el acontecimiento importante y posteriormente vayamos marcando los días que faltan para llegar a esta fecha.
Además, podemos poner en este calendario alguna pregunta que nos ayude a saber cómo lo está viviendo nuestro hijo/a, algún ejemplo puede ser:
- ¿Cómo te hace sentir ver que quedan 3 días para volver a la escuela?
- ¿A quién tienes ganas de ver?
- ¿Cómo te imaginas que será tu nueva clase?
- ¿Qué es importante para ti aquel día?
Con esta lluvia de ideas conjuntas podemos reconocer cuáles son las inquietudes, preocupaciones, motivaciones que puede estar experimentando nuestro hijo/a y también compartir las que sentimos nosotros como adultos.
3. Preparar la mochila con anterioridad
Otra propuesta muy sencilla es preparar la mochila con anterioridad. Lo podemos hacer un día o la tarde antes de volver a la escuela.
Para hacerlo tendremos que mirar qué puede necesitar el primer día, seguramente todavía no tendremos el horario disponible, así que dentro de la mochila podemos poner:
- El librito con las tareas de verano
- Un estuche con el material necesario
- Una libreta
- Una carpeta
- Una botella con agua
Al mismo tiempo, también podemos aprovechar este espacio para seguir compartiendo momentos y seguir conociendo a nuestro hijo/a. Por lo tanto, también le podemos acompañar a llenar esta mochila con:
- Un recuerdo que quieras compartir con tus compañeros/as de este verano
- Una emoción que estés sintiendo antes de ir a la escuela
- La emoción con la que te gustaría empezar este nuevo curso
- Un deseo para este nuevo curso escolar
4. Volver poco a poco a las rutinas que seguimos durante el curso escolar
Los cambios nos generan “movimiento” a todas y todos, por eso es importante que estos no acostumbren a ser repentinos y los pueda ir viviendo y sintiendo despacio.
A los niños les sucede lo mismo, un cambio o una vuelta a una rutina, de forma repentina, les genera un impacto que les puede ser difícil de asimilar, además del impacto emocional que deriva.
Para acompañar en este cambio, esta vuelta a la rutina, nos puede ayudar como cuidadores/as ir volviendo progresivamente a las rutinas y los horarios que teníamos marcados durante la época escolar.
Una semana, máximo dos, antes del inicio escolar, nos podemos sentar con nuestros hijos e hijas y de forma conjunta, hablar y recordar qué eran las responsabilidades y los horarios que teníamos durante el curso anterior.
Este puede ser también un buen momento para revisar si hay tareas y responsabilidades que ya pueden hacer de forma más autónoma (hábitos de higiene, tareas escolares, asear su habitación, preparar mochila) y en qué todavía necesitan nuestro apoyo.
Además, aprovechando este espacio también podemos revisar los horarios y marcar nuevos (si es necesario), recordando que los podemos dejar escoger (dentro de unos límites que marcamos los adultos). Una vez lo hayamos pactado, podemos crear un mural para colgarlo en un lugar visible, como puede ser la nevera, para que todo el mundo lo tenga presente.
5. Una carta al «Yo futuro»
Una actividad muy sencilla y a la vez muy enriquecedora que nos permite estar en familia es escribir una carta dirigida al “yo del futuro”, al niño o niña que serán a final de curso.
Con esta carta los niños y las niñas toman conciencia del momento presente, de los deseos, expectativas y emociones que viven y a la vez les permite abrir un espacio de reflexión y proyección de futuro.
Para hacerla, podéis proponerle que escriba, dibuje o grabe (si es muy pequeño o no le gusta escribir) una carta donde explique cosas como:
- ¿Cómo se siente ahora que empieza el curso?
- ¿Qué le da miedo y que le hace ilusión?
- ¿Qué cosas le gustaría aprender este año?
- ¿Qué deseos tiene para él/ella misma o para su clase?
- Un consejo que se daría a él/ella misma para cuando esté cansada o le cueste algo.
Esta carta la podéis guardar juntos en un sobre cerrado, decorarla, escribir la fecha de apertura (último día de curso o final de trimestre) y guardarla en un lugar especial: una caja, la mochila, la mesilla de noche…
Cuando llegue el momento de abrirla, será un momento precioso para ver todo el camino recorrido y todo lo vivido.
6. Dar un paseo hasta la escuela
Los niños, igual que los adultos, a menudo necesitan volver a conectar con los espacios que forman parte de su día a día para sentirse más seguros. Un par de días antes de iniciar el curso, os proponemos dar un paseo hasta la escuela. Puede ser un paseo sin prisas, donde podáis volver a mirar juntos el edificio, la entrada, el patio… y hacer memoria de cómo era este lugar antes de las vacaciones.
Durante la caminata, podéis aprovechar para hablar sobre cómo se imagina que será este nuevo curso:
- ¿Con quién crees que estarás en clase?
- ¿Hay algo que te haga ilusión?
- ¿Recuerdas algún momento bonito del curso pasado?
- ¿Qué te gustaría que fuera diferente este año?
Este momento también puede ser una oportunidad para escuchar posibles desazones que tenga y validarlos. A veces, simplemente volver a ver la escuela, pero hacerlo de la mano de un adulto de confianza, puede ayudarles a reducir la ansiedad y a anticipar la vuelta desde un lugar más tranquilo.
Además, podéis acabar el paseo con alguna actividad especial: parar a merendar, hacer una foto juntos delante de la escuela, dibujar juntos como se imaginan la clase… Todo esto contribuye a hacer de la vuelta una experiencia significativa y más segura.
7. Llegar puntuales el primer día
Es importante que el primer día ayudemos a nuestros hijos/as a que la llegada a la escuela sea tranquila, pausada y sin prisas. Todos sabemos que el primer día de escuela es un día de emoción y nervios, y hay que tenerlo lo más preparado posible.
Este primer día, tenemos que despertarnos un poco antes, poder hacer lo que tenemos previsto con los hijos e hijas con calma, sin presiones. Poder ayudar al niño/a a dejar ropa, mochila… preparado el día antes, seguro que permitirá que por la mañana nos podamos dedicar a estar por ellos y ellas, no por lo que se tiene que hacer.
También es recomendable preguntar cómo se sienten, si hay nervios, miedo, alegría…. ayudar a expresar la emoción predominante de aquel momento permitirá reconocerla y, por tanto, poder regularla si hace falta. Y si es muy intensa, poderla compartir con la maestra cuando llegue a la escuela.
Solo desde el reconocimiento y el acompañamiento, podemos ayudar a calmarla.
8. Dedicar un rato al día a hacer tareas
Las primeras semanas de clase suelen ser emocionalmente muy intensas, la vuelta a la escuela puede generar situaciones a las que cueste adaptarse. En estos momentos iniciales, la parte académica puede quedar a un lado porque es importante poder atender la parte emocional, y crear un buen clima de aula.
Podemos, no obstante, ir ayudándole a coger cierto hábito de trabajo de las tareas escolares, ofreciendo un ratito, corta, de conexión con la parte formativa de la escuela. Sin que suponga un malestar para el niño/a, es recomendable poder dedicar un rato al día para repasar las tareas escolares. Poder dedicar un rato, permitirá sentir que este será un hábito habitual durante el curso. Es importante que el espacio dedicado a realizar las tareas escolares sea un espacio concreto y no que cada día varíe de lugar, para favorecer la orden y la concentración. Hace falta que este sea un espacio cómodo, muy iluminado, y que permita generar un clima de estudio adecuado. Irnos familiarizando con este espacio desde el inicio de curso, ayudará a generar un buen hábito de estudio.
Estas son diferentes propuestas para que la vuelta a la rutina de septiembre sea más sencilla, más fácil, después de la actividad del verano. Esperamos que os sean útiles y que os permitan acompañar a vuestro hijo y/o hija en estos momentos del curso donde las emociones están más activadas.
Fez clic para descargar el documento de “Hábitos y rutinas al inicio del curso”