La llegada de las vacaciones escolares genera una pregunta frecuente entre muchas familias: ¿hacen falta las tareas de verano para los niños? ¿Qué dice la neurociencia sobre el aprendizaje durante este período? ¿Qué actividades pueden ser realmente enriquecedoras para su bienestar y desarrollo cognitivo?

La pérdida de aprendizaje durante el verano

Varios estudios confirman la existencia de un fenómeno llamado summer slide o pérdida de aprendizaje durante las vacaciones de verano. Se estima que los niños pueden retroceder hasta 2 o 3 meses en habilidades tales como matemáticas o lenguaje si no participan en actividades de estimulación.

Este efecto es especialmente notable en contextos más vulnerables en los que la escuela suele ser la principal o única fuente de estímulos intelectuales

Aunque el descanso y la actividad física son esenciales, también es importante mantener una activación cognitiva mínima para no perder los progresos conseguidos durante el curso. Pero no todas las experiencias son iguales. Un verano lleno de juego libre, lectura, conversaciones familiares o juegos de mesa tiene un impacto muy diferente a uno dominado por el sedentarismo y las pantallas. El segundo puede llevar a una pérdida significativa de aprendizaje, además de afectar al sueño, la atención y el bienestar general.

¿Tareas tradicionales o aprendizajes significativos?

Las personas expertas en neurociencia coinciden en que no es necesario replicar las tareas escolares en casa durante el verano. Por el contrario, las actividades repetitivas y poco personalizadas pueden ser contraproducentes, generando estrés y desmotivación hacia el aprendizaje.

En su lugar, las actividades significativas y adaptadas a los intereses de los niños, como juegos de mesa, deportes, talleres culturales o salidas al aire libre potencian el desarrollo cognitivo y creativo. 

Además, fomentan competencias sociales, expresivas y lingüísticas de forma más lúdica y relajada que durante el año escolar.

Las oportunidades no siempre son las mismas

Es importante reconocer que no todas las familias pueden acceder a colonias, campamentos o actividades de verano. Éstas suelen ofrecer experiencias cooperativas donde los niños trabajan habilidades sociales, regulan emociones y desarrollan trabajo en equipo, además de incluir movimiento físico. 

Esta desigualdad económica o la falta de acceso cultural en algunos territorios puede limitar en serio las opciones de aprendizaje durante el verano. La brecha educativa y emocional tiende a ampliarse, afectando al desarrollo de los niños que no pueden disfrutar de este tipo de experiencias enriquecedoras.

¿Qué actividades son recomendables?

Los cuadernos de verano tradicionales pueden ser una opción complementaria pero no esencial. Alternativas igualmente útiles pueden ser los pasatiempos clásicos como sudokus o sopas de letras.

  • Variedad de estímulos: Visitas a la naturaleza, museos o momentos de lectura compartidos son experiencias ricas en aprendizaje.
  • Aprender jugando: Juegos simbólicos, de mesa o artísticos tienen un alto valor educativo. Juegos como Scrabble, Triominos, Jenga o Dixit ayudan a desarrollar habilidades sociales y pensamiento estratégico.
  • Interacción social: Fomentar conversaciones significativas y relaciones entre iguales es esencial.
  • Tareas cortas y diversas: Mejor pequeñas propuestas adaptadas al ritmo de cada niño. Por ejemplo, actividades como ver una película y debatirla, leer y compartir impresiones o preparar una explicación sobre algo aprendido en una visita cultural.
  • Lectura libre: Una de las actividades más recomendadas por docentes y expertos en neurociencia, puesto que mantiene activos los procesos cognitivos y fortalece el placer de aprender.

No se trata de sobrecargar a las niñas y los niños con tareas escolares, sino de encontrar un equilibrio entre descanso, juego y experiencias que nutran su curiosidad e interés por aprender. Las vacaciones son una excelente oportunidad para explorar otros contextos y lenguajes de aprendizaje, siempre respetando las necesidades individuales de cada niño.

Un artículo de:

Maribel de la Cerda Toledo (doctora en pedagogía y responsable del programa KOMTÜ) y Ana Caruezo Carnero (comunicadora científica y social)