En los anteriores artículos hemos estado reflexionando y sintiendo lo que nos generan las emociones en nuestro cuerpo y en nuestras relaciones. Este año en este artículo hablaremos sobre dos emociones que demuestran una gran presencia en la actualidad.
Actualmente, la sociedad en la que convivimos se mueve de manera rápida, generando en nosotros una serie de estructuras que sostienen la velocidad a la que vamos diariamente.
Esta manera de vivir, ya forma parte de nuestra manera de convivir y también de relacionarnos entre nosotros. Pero, ¿que nos pasa cuando paramos? Quizás cuando paramos y nos sensamos (es decir, nos dejamos sentir aquello que nos sucede en el cuerpo) nos llega información de lo que sentimos, de lo que pensamos y de lo que nos está sucediendo.
¿Pero qué quiere decir sensar? Pues quiere decir volver al cuerpo. Hay que recordar que en nuestro cuerpo es donde se produce nuestra capacidad de poder sostenernos, es decir, poder estar con lo que nos sucede internamente y externamente. Ahora bien, cuando la rapidez, la exigencia y la velocidad nos dificultan el contacto, nuestro cuerpo va acumulando una serie de hormonas llamadas cortisol que nos configuran y nos llevan a sentir estrés y ansiedad.
¿Sabéis cuál es la diferencia? El estrés es una respuesta fisiológica y adaptativa ante una situación demandante donde sentimos que no hay coherencia entre la demanda y los recursos de los cuales disponemos. Cuando esta situación que nos pide una actuación desaparece, el estrés también.
La ansiedad también tiene una parte de respuesta fisiológica de estrés, pero a la ansiedad lo acompaña una serie de emociones como el miedo, tristeza, nervios, preocupación, rabia. La ansiedad no siempre se desencadena por una situación del presente, ni real y, por lo tanto, es más difícil la gestión.
¿Cómo podemos diferenciar si sentimos estrés o ansiedad? Pues escuchando nuestras sensaciones corporales, pensamientos, sentimientos y emociones.
Hasta ahora hemos estado compartiendo qué es y como se estructura la ansiedad y el estrés, pero para acabar este artículo, creemos que es importante poder hacer llegar algunas herramientas que nos permitan poderlas gestionar.
Nos ayuda a volver al cuerpo respirar de forma presente y conectar con los pies al suelo (nos ayuda a conectarnos con el aquí y ahora). Quizás hace falta también que, una vez la sensación disminuya, podamos poner conciencia de cuáles son los elementos que nos conectan con esta serie de emociones: ¿Cuáles son los miedos? ¿Cuáles son los nervios? ¿Y las preocupaciones? ¿Hay alguna tristeza que estoy evitando ver? ¿Me enfada o me conecta con la rabia alguna situación y no me lo he permitido expresar o hacer algo?
Para acabar, te queremos hacer una serie de preguntas, en línea del descrito, ¿estás preparado/a?
Y tú, ¿cómo gestionas la ansiedad? ¿Qué te ayuda a drenarla? ¿Dónde la sientes? ¿Qué forma tiene? ¿Cuál es tu miedo? ¿Tienes tendencia a evitarla? ¿Te permites parar y escucharla? ¿Hablas con ella a menudo?
Es a través del sensarnos que podemos contestar esta serie de preguntas, te animo ahora a sensarte y a compartir contigo mismo lo que sientes.
Un artículo de:
Josep Montané
Educador social, terapeuta y técnico del Programa Komtü.